En el día más llano del Tour tenía que ganar un velocista. Y la etapa de las islas tenía que ser para un isleño. Levantó los brazos Sam Bennett, de origen irlandés, aunque nacido en Flandes, rara mezcla. Las pecas y el trébol de su maillot no engañan. Como cualquier esprínter, cada día se juega el físico para llegar bien colocado a la recta de meta. Ese aspecto de tipo duro se desvaneció cuando rompió a llorar en la rueda de prensa: «Estoy en shock. Había soñado con esto muchas veces y nunca imaginé cómo sería».
Ganar en el Tour es una obligación para unos pocos equipos y justifica toda una temporada para otros muchos. Solo seis han logrado una victoria después de diez etapas: el UAE-Emirates con Kristoff y Pogacar, Deceuninck-Quick Step con Alaphilippe y Bennett, el Lotto Soudal con Ewan, el Jumbo-Visma con Roglic y Van Aert, este por partida doble, el Astana con Lutsenko y el Ag2r La Mondiale con Peters. El resto (18) siguen caninos y las cuentas no cuadran. Unos cuantos se irán con las manos vacías.
«Llevaba un par de noches sin dormir bien por la presión. Me ha llevado mucho tiempo, pero al fin lo he conseguido. Hoy espero dormir mejor», reconoció el irishman de 29 años, que ya tenía triunfos en el Giro (tres) y la Vuelta (dos), pero el Tour es el Tour, claro. Por su condición de hombre rápido y por su maillot, el del mejor equipo del mundo, el éxito se había convertido en necesidad. Su próximo objetivo es el maillot verde, propiedad de Sagan en siete de las últimas ocho ediciones.
🎙 "¿Sí? ¿He ganado?"
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— Tour de France ES (@letour_es) September 8, 2020
Bennett dejó Flandes a los cuatro años y aprendió a montar en bicicleta en Carrick-on-Suir, el pueblo de un tal Sean Kelly. A los 17 años se marchó a Francia para competir en categoría amateur y probó como stagiaire con la Française des Jeux, pero volvió a casa para firmar su primer contrato profesional con el equipo del propio Kelly. Se cocinó a fuego lento en el BORA, aunque desde la llegada de Sagan en 2017 nunca le llevaron al Tour y este año fichó por el Deceuninck para volver a la Grande Boucle, su asignatura pendiente.
Y en la manada de Patrick Lefevere le han rodeado de especialistas, como Michel Morkov, probablemente el mejor lanzador del pelotón, clave en el triunfo. En una etapa con mucho desgaste, 168 kilómetros por el litoral, de la isla de Oléron a la isla de Ré, plagados de trampas en forma de rotondas e isletas, el danés colocó a su compañero en el mejor sitio posible y, cuando se apartó, molestó lo justo a Caleb Ewan, otro isleño, de Australia, que esta vez no encontró el sitio para pasar.
Bennett y los más rápidos tendrán una nueva oportunidad en la undécima etapa, la última antes de adentrarse en el Macizo Central, el Jura y los temidos Alpes, las montañas que esperan los escaladores. No se encontraron a gusto en el paseo a toda mecha por las playas atlánticas, terreno de viento y potentes rodadores. Eolo no sopló con la fuerza suficiente y los favoritos libraron el día, pero más de uno se llevó un susto en forma de caídas, como el valiente esloveno Tadej Pogacar o el filósofo francés Guillaume Martin.
1ª: Kristoff / 2ª: Alaphilippe / 3ª: Ewan / 4ª: Roglic / 5ª: Van Aert / 6ª: Lutsenko / 7ª: Van Aert / 8ª: Peters / 9ª: Pogacar / Clasificaciones