El Tour de la pandemia resulta ser el mismo Tour de siempre, con sus códigos y jerarquías. La historia se repite, como hace diez años en las Ardenas, cuando Fabian Cancellara mandó parar al pelotón para esperar a los caídos hermanos Schleck, líderes del potente Saxo Bank. En las resbaladizas carreteras de la Costa Azul pusieron el freno los Jumbo-Visma y Tony Martin escenificó el pacto. Curiosamente el alemán y Cancellara no eran muy amigos.
Solo desobedeció un Astana con ganas de jugar. Lanzaron un peligroso descenso dos vascos, Omar Fraile y Gorka Izagirre, como peces en el agua. Pararon los caballos cuando su jefe, el colombiano Miguel Ángel López, patinó y se estampó contra una señal de tráfico, por suerte sin consecuencias. Momentos después apareció Primoz Roglic, el capo de los Jumbo y hombre a batir, para recordarle a Fraile que no era el día, que el Tour es muy largo.
🎙️ Ya lo estaba avisando @albertocontador
💥 Recto de 'Supermán' López que se fue contra la señal de tráfico#TDF2020 en #E1 y https://t.co/x56wEWoWvo pic.twitter.com/Z1mI91cAOv
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) August 29, 2020
Antes que López ya se habían ido al suelo Pavel Sivakov, que se dejó trece minutos en meta, Julian Alaphilippe, uno de los mejores bajadores del pelotón, John Degenkolb, que llegó fuera de control, o Rafa Valls, primer abandono con fractura de femur. Dicen que la carretera era una pista de patinaje y que se cayó la mitad del pelotón. “No somos monos de feria”, tuiteó Iván García Cortina, compañero de Valls. En la barrera de los tres kilómetros se formó otra montonera y el peor parado fue Thibaut Pinot. Francia suspira por su ídolo.
Se libró de las caídas el resistente Alexander Kristoff, vikingo del UAE-Emirates, un tipo duro que se crece en los días de lluvia y frío, cuando sus rivales piden papas. «Soy el mejor esprintando cuando los demás están jodidos», reconocía en una entrevista para la revista Pro Cycling Magazine. En la llegada ganó sin discusión. Suma 80 victorias como profesional, ninguna como la que le dio su primer maillot amarillo a los 33 años. «Es uno de mis mejores momentos de siempre», sonrió como un niño con zapatos nuevos.