Es difícil no alegrarse por la victoria de Marc Soler. Inconformista y atacante, iba para campeón, pero lleva años supeditado a los líderes del Movistar. Él y su equipo han sido blanco de las críticas muchas veces, aunque por distintas causas: el catalán por su carácter –Andorra en el recuerdo– y el conjunto telefónico por su actitud conservadora. En la segunda etapa de la Vuelta lo bordaron: Soler logró el primer triunfo en una grande de su trayectoria, primero también del ciclismo español en las carreras de tres semanas en 2020.
La Vuelta va de santuarios. Si el martes subió –y bajó– hasta la Virgen de Arrate, hoy pasó por delante de San Miguel de Aralar, enclavado en la sierra navarra del mismo nombre, con una leyenda de traición, muertes y un dragón y con vistas al impresionante Parque Natural de Urbasa-Andia. En el segundo puerto de Primera de la carrera, 9,4 kilómetros al 7,9% de pendiente media con rampas de cemento rayado al 15%, se volvieron a quedar solos los más fuertes del pelotón.
El culpable de la escabechina fue Soler, que parecía enfadado, como Teodosio de Goñi cuando el diablo le contó que su mujer le engañaba con un criado. El caballero medieval, que entonces luchaba con los árabes, mató a sus padres por error a puñaladas pensando que en la cama estaban su esposa y el amante. Los pisotones de Soler sobre los pedales fueron puñales para el bravo Luis León Sánchez, que lo intentó a 5km de la cima, y para Vlasov, Poels, Formolo, Großschartner, Gaudu o De la Cruz, entre otras víctimas.
🎥💨💨 El movimiento con el que @Movistar_Team ha encendido esta segunda etapa / 🇬🇧 Movistar has set the race of fire with this move🔥 #LaVuelta20 pic.twitter.com/KEbHerpXUp
— La Vuelta (@lavuelta) October 21, 2020
Peor le fue a Dumoulin, que cedió mucho antes con el ritmo de Carlos Verona. Está callando bocas el madrileño. Al inicio de la subida también cerró el hueco con Carapaz. El ecuatoriano atacó a dúo con Amador en la aproximación al puerto, un movimiento de videojuego, más efectista que efectivo. Lo volvió a intentar dos o tres veces, como Kuss, que grita libertad. No se la dio el líder Roglic, que le llamó a filas por el pinganillo. Obedeció el estadounidense de Durango (Colorado) y lo aprovechó Soler.
Tras varios kilómetros troceando el pelotón, el catalán de 26 años pagó los acelerones en la parte final de la ascensión. Se recuperó bajando, alcanzó al grupo y ya no paró. Desencadenado, como Teodosio cuando se libró de su penitencia, llegó en solitario a la meta de Lekunberri. “He aprovechado que venía con el doble de velocidad para seguir sin que me pudiesen coger rueda… y hasta meta. Ya nos tocaba a todo el equipo recibir recompensa después de tantos esfuerzos y de un año tan complicado”, declaró.
No ganaba el Movistar desde el 1 de febrero, precisamente con Soler en el Trofeo Pollença-Andratx. Han tenido que esperar 263 días, demasiados para un equipo World Tour. En la Vuelta tendrán más oportunidades. Por ejemplo en la tercera etapa, primera llegada en alto de la carrera: la Laguna Negra de Vinuesa (Soria), un puerto inédito de 8,6km al 5,8%, con la mayor dureza concentrada en la parte final.
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Foto: Photogomez Sport