La Mafia nació en Sicilia. Ya saben, crimen organizado, extorsión, brutalidad, cierta impunidad y una estructura bien definida: manda el Don, le siguen el Consigliere, el Caporegime y los soldados. Todo esto lo cuentan a las mil maravillas en El Padrino, una novela de Mario Puzo que acabó en película de Francis Ford Coppola, igual les suena, pero aquí estamos para hablar del Giro.
El Giro vivió en Sicilia un auténtico golpe a la jerarquía del pelotón. Fue en la tercera etapa, de Enna, la capital de provincia más elevada de Italia, al Etna, el volcán más grande y activo de Europa, un juego de palabras para el primer final en alto de la carrera. Como si la carretera fuese de lava incandescente, Geraint Thomas y Simon Yates se fundieron camino de la cima. Dos capos menos en la batalla por el rosa. No se olviden de Supermán López y Vlasov, que ya están en casa
El Giro es caprichoso, Thomas y Yates lo saben. El galés partía como uno de los aspirantes en 2017, pero se dio un tortazo contra una moto en el primer día de montaña. Esta vez no pudo evitar un bidón extraviado en el tramo neutralizado y acabó con sus huesos en el suelo. Dolorido, en la aproximación al Etna no pudo seguir el ritmo del pelotón y en la meta se dejó una docena de minutos. Yates, intratable en 2018 hasta que reventó en la Finestre, se apagó en las rampas del volcán y cedió 4:22 en la llegada.
— Salvatore Bertuccio (@salxber) October 5, 2020
Sin los dos máximos favoritos para las apuestas, el Giro se torna impredecible. Más aún cuando Vincenzo Nibali y Jakob Fuglsang no demostraron su teórica superioridad en los kilómetros finales de la subida, los más duros. Tampoco está súper Steven Kruijswijk, que sufrió en los cambios de ritmo. A su lado llegaron Pozzovivo, Majka –entre los dos suman unos cuantos top 10: seis para el italiano y cuatro para el polaco– y Jonathan Castroviejo, libre en un Ineos descabezado.
Por delante se les escapó una fuga que remató Jonathan Caicedo. Su victoria amortiza la multa por el maillot del Education First. Lástima que el ecuatoriano vista de campeón nacional y nos haya impedido disfrutar del maravilloso diseño. Ahora en serio, el triunfo es de quilates, por delante de Visconti, que corría en casa y no es un cualquiera. Entre Caicedo, el siciliano y los capos se colaron Vanhoucke, prometedor escalador belga, y Wilco Kelderman, el más fuerte de los mejores.
En un Giro sin Padrino, la maglia rosa es para Joao Almeida, de 22 años. Por edad debería ocupar rango de Associato, pero ya viste como el Don. El portugués lo dio todo y el esfuerzo valió la pena: ya tiene la primera gran foto de su incipiente carrera. No conviene relajarse hasta pasar la línea de meta. Que se lo digan a Alaphilippe.