Border Bash Aragón: una experiencia en gravel más allá de la competición

Border Bash Aragón: una experiencia en gravel más allá de la competición

El concepto Bohemian Border Bash se exportó a nuestro país con la primera edición de la Border Bash Aragón, una aventura para amantes del gravel donde lo más importante fue la convivencia y la aventura. Estuvimos en el campamento y te contamos nuestra experiencia.

Con tan solo una semana de antelación, desde SRAM nos propusieron participar la primera edición de Border Bash Aragón, donde nos brindaban la oportunidad de ver y probar el nuevo SRAM Force. Sin pensarlo demasiado, nos apuntamos al evento sin saber exactamente qué nos íbamos a encontrar.

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Border Bash Aragon es la extensión en nuestro país de Bohemian Border Bash, un evento de gravel celebrado en la frontera entre Alemania y la República Checa y a cuyo campamento acuden cientos de amantes del gravel cada año.

Una experiencia que surge con la motivación de ‘romper fronteras’ utilizando la bicicleta de gravel y que, en esta ocasión, se celebraría en el coqueto Camping Cañones de Guara y Formiga, en la localidad oscense de Panzano. Un enclave extraordinario para recorrerlo en bicicleta y disfrutar de sus paisajes y los fuertes desniveles que propone el pre pirineo aragonés y la Sierra de Guara.

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Reencuentros y rostros nuevos

Preparamos el material necesario para completar los tres días de rutas (de viernes a domingo) propuestos por la organización, incluyendo ropa impermeable puesto que se anunciaban lluvias para el sábado, la jornada grande con el mayor kilometraje y desnivel del evento.

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Nuestra bici es una Cannondale SuperSix EVO CX que estamos utilizando como base de pruebas de varios accesorios y componentes. Este modelo, originalmente destinado al ciclocross, cuenta con un desarrollo de la transmisión específico par esta disciplina, con un cassette de 11-36 dientes que resultó algo corto para las duras rampas y el terreno suelto de Guara.

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Después de varias horas de coche y muchas curvas hasta adentrarnos en el corazón de la sierra, llegamos al camping de Panzano. Tal y como suponíamos, el evento ha arrastrado el tirón internacional que posee en su origen, y la mayor parte de los participantes proceden de Centroeuropa (Alemania, Bélgica, República Checa…) así como del Reino Unido. Para nosotros fue una oportunidad para reencontrarnos con amigos entre patrocinadores y participantes y, sobre todo, para conocer gente nueva con interesantes experiencias que compartir.

Es otro rollo

El primer día se propuso una ruta conjunta de un solo recorrido para todos los participantes, denominada Blind Bash. 53 kilómetros con casi 1.000 metros de desnivel positivo que resultó ser una experiencia mucho más exigente de lo que estas cifras podrían revelar.

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El carácter lúdico y relajado del evento nos quedó claro al comprobar que la hora de salida, prevista a las 10 de la mañana, no se cumplía. A nadie nos importó, si teníamos que esperar a los más rezagados, suponía una oportunidad para charlar con más gente y compartir nuestras conclusiones sobre la concepción del gravel, los settings escogidos o las curiosas adaptaciones que cada uno ha realizado a su montura.

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Una vez en marcha, descubrimos que, aunque este evento es lo opuesto a una competición, el nivel de los participantes no era precisamente el de noveles en la disciplina. Alrededor de nosotros pedalean algunos de los mejores especialistas del mundo en ultra distancia, y el ritmo es a velocidad de crucero. Eso sí, las paradas en cada iglesia románica o mirador panorámico son oficiosamente obligatorias.

A pesar de lidiar con algunas ascensiones muy pronunciadas y con descensos de alto componente técnico (“¿a esto le llamáis gravel en España?”, nos preguntaba una participante noruega), se respiraba un ambiente lúdico en la aventura que fue alimentado por la propia organización.

El ejemplo más representativo lo encontramos en el cruce del Río Alcanadre, donde nos esperaba una tirolina en la que colgar las bicicletas para cruzar el caudal a pie sin comprometer la mecánica. Acto seguido, un largo porteo de 15 o 20 minutos con la bicicleta a la espalada hasta llegar al avituallamiento del día.

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El regreso al campamento se produjo ya con el grupo totalmente disgregado y cada uno dando rienda suelta a su forma de vivir Border Bash Aragón, a toda pastilla o en modo cicloturista. La primera toma de contacto con Border Bash Aragón ha sido una fantástica ruta, aunque no exenta de dificultad y exigencia. Durante la tarde, hubo quien aprovechó para hacer más kilómetros en bici, descansar en los acogedores bungalows o compartir unas cervezas en la terraza del Camp escuchando el concierto de un grupo de rock local. Esto no había hecho más que comenzar y el plato fuerte nos esperaba al día siguiente.

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Aventura completa

La jornada sabatina concentraba el mayor desafío del fin de semana. Desde Border Bash Aragón se proponían cuatro distancias diferentes a escoger, cada una con un nivel de dificultad ascendente:

  • Pequeño Bash: 53 km, 810 m
  • Little Bash: 80 km, 1.210 m
  • The Bash: 112 km, 2.000 m
  • Epic Bash: 134 km, 2.470 m

Durante la noche la lluvia hizo acto de presencia, aunque en menor cantidad de lo esperado, por lo que, de momento, el firme estaba en perfecto estado, con algo más de grip que el día anterior. El objetivo de todas las rutas propuestas era alcanzar el castillo de Montearagón, a unos pocos kilómetros de Huesca y punto en el que se ubicaba el avituallamiento sólido del día.

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Como se puede deducir por las cifras, todas las opciones suponían un exigente desafío deportivo habida cuenta de sus fuertes desniveles. No obstante, con la lluvia amenazando, pero aun sin aparecer, pudimos disfrutar de extraordinarias vistas en la subida a Santa Cilia o en el embalse de Vadiello.

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El viento precedió a la llegada de las primeras gotas de agua, que pronto se convirtieron en un diluvio. Nosotros, lejos de lamentarnos, lo celebramos, puesto que esta tierra, al igual que la mayor parte de la Península, necesita días de lluvia como este. Así pues, seguimos pedaleando bien protegidos hasta llegar de nuevo al camping de Panzano rodeados de ciclistas a quienes no conocíamos dos días antes y que se habían convertido en inseparables compañeros de aventura.

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El resto de los participantes siguió llegando a cuentagotas en base a la elección de su ruta, pero todos pudimos disfrutar de una tarde soleada pasada la tempestad. La organización nos agració con un espectáculo de baile de Jotas y una fiesta por todo lo alto animada por un DJ y bebida de todo tipo.

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Resaca y cierre

Después de la gran fiesta del sábado, la ruta de cierre programada para el domingo no podía tener un nombre más apropiado: Hangover Ride (ruta de resaca). Una jornada de menor participación y mucho más relajada que en los días anteriores que sirvió para despedirnos de este maravilloso enclave que es la Sierra de Guara, con cierta tristeza por decir adiós a un evento tan genuino y, en cierto modo, improvisado.

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Nuestro balance no puede ser más positivo. Border Bash Aragón es una experiencia que roza lo espiritual y, desde luego, muy diferente al tipo de eventos que suele acoger nuestro territorio. Aquí no hay dorsales, ni chips, ni clasificaciones. Tampoco hay prisas, tensión ni competitividad, aunque algo de eso siempre queda cuando se trata de dar pedales.

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Lo que propone este formato es disfrutar del puro placer de montar en bicicleta. Buscar tus propios límites, sí, pero de un modo en el que puedas entrar en comunión con el paisaje, el entorno y tus compañeros. Una experiencia en la que desconectar que puede tener mucho recorrido en España, por su originalidad y falta de propuestas de este tipo. ¿Repetiremos? Ni lo dudamos.

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