Una buena hidratación nos permite seguir realizando nuestras diferentes actividades, ya sea bici, entrenamiento de fuerza o paseos familiares, de manera saludable ya que se rehidrata el cuerpo con una buena dosis de líquidos perdidos o consumidos.
Si nos detenemos en el ciclismo en particular, se recomienda la ingesta de 1 litro de agua por cada 1.000 kcal consumidas. Durante la realización de ejercicio físico se pierden grandes cantidades de agua y electrolitos (sodio, cloro o potasio), por lo que no podemos olvidarnos de beber. La sed es una señal de alerta que aparece cuando ya se ha perdido una importante cantidad de agua, como norma: hay que empezar a hidratarse antes de tener sed.
Debemos tomar como norma beber cada 15-20 minutos y no debemos permitir que aparezca la sensación de sed. Es importante programar las tomas y no olvidarlas. Si es necesario, ponte una alarma en el reloj.
¿Qué tipo de bebida es la más adecuada?
Debemos dejar claro que el agua es la necesidad principal que va a tener el organismo, por lo que, sin temor a equivocarnos, se podría recomendar una reposición hídrica exclusivamente con agua. Aun así, las diferentes investigaciones muestran claros beneficios para el rendimiento si a ese agua que vamos a utilizar le añadimos hidratos de carbono.
Se deben añadir entre 4-8 gramos de hidratos de carbono (glucosa, sacarosa, fructosa, jarabe concentrado de fructosa de cereales o maltodextrinas) por cada 100 ml. De este tipo de solución deberíamos tomar entre 100 y 150 ml cada 10 o 15 minutos.
Por cierto, no olvidemos una correcta reposición hídrica después de nuestras salidas de entrenamiento, marchas o competiciones, para que nuestro cuerpo recupere de los esfuerzos de la mejor manera posible.
Diferentes estudios de investigación empiezan a mostrar la importancia de que esta solución de agua con carbohidratos vaya acompañada de electrolitos y aminoácidos ya que parece que se mejora la absorción de líquidos por el intestino, así como el vaciado gástrico del estómago.