El aumento del rendimiento, de la forma física, se produce cuando existe un determinado equilibrio y proporción entre entrenamiento y descanso. Entre estímulo y la capacidad de nuestro organismo de asimilarlo. Pero ir más allá puedo llevarnos al sobreentrenamiento.
Ya que cuando este equilibrio no se produce y la balanza se inclina de manera sostenida solo sobre el lado del entrenamiento, de los estímulos, se puede llegar a lo que se conoce por síndrome de sobreentrenamiento.
Un estadio fisiológico de saturación que va más allá de la fatiga y que consiste en una especie de debilidad crónica. En ocasiones, es difícil de diagnosticarlo, pues hay muchos síntomas que pueden ser indicio de sobreentrenamiento, aunque sí es cierto que, en cualquier caso, existe una consecuencia común, una drástica disminución del rendimiento físico.
Cuestión de hormonas
Aunque el origen del sobreentrenamiento es de tipo nervioso, una de las consecuencias más claras es la alteración en el funcionamiento y secreción de algunas de nuestras hormonas.
En resumidas cuentas, podemos decir que se acelera la actividad de aquellas hormonas que favorecen la degradación, incrementan el gasto calórico, aceleran nuestro pulso y que nos hacen perder, en definitiva, eficiencia.
Por ese motivo, cuando estamos sobreentrenados, solemos tener el pulso en reposo más alto, gastamos una mayor cantidad de hidratos de carbono que nos hace tener fatiga antes, experimentamos que nuestra respiración es más acelerada de lo habitual mientras hacemos ejercicio, entre otros síntomas.
Esa es la razón por la que cuando se sospecha padecer sobreentrenamiento, se comprueba el ratio entre dos hormonas con funciones opuestas, cortisol (catabólica, que acelera y degrada) y testosterona (anabólica, que regenera y hace acumular energía y fuerza). Si la proporción es a favor del cortisol, es probable, por ejemplo, que estemos sobreentrenados.
Fatiga o sobreentrenamiento
Como hemos dicho, en ocasiones es difícil poner una línea entre el nivel de fatiga más o menos crónico con el que convive un ciclista que entrena habitualmente y un nivel superior que supone sobreentrenamiento; entre otras cosas, porque muchos de los síntomas son comunes.
En ocasiones no tienen que darse todos los síntomas conocidos para que padezcamos sobreentrenamiento. Por ese motivo, lo más razonable es estudiar cada caso y revisar los síntomas que experimentamos y, cómo no, conocer los que pueden ser indicativo de estar sobreentrenado. En este artículo, hacemos repaso de todos ellos, toma nota.
10 síntomas de sobreentrenamiento
1) FATIGA. Gastamos más hidratos de carbono y nuestro sistema nervioso está fatigado. Nos encontramos débiles y cansados, de manera crónica.
2) PULSACIONES. Suelen estar más elevadas de lo normal, aunque no pedaleemos de manera intensa. Tanto en reposo como montando en bici.
3) HUMOR. Nos notamos más irritables, con peor humor, en ocasiones la frustración de entrenar y no mejorar no ayuda.
4) PESO. Los procesos catabólicos pueden hacernos, en ocasiones, perder peso de manera injustificada.
5) APETITO. Perdemos buena parte de nuestro apetito. Experimentamos apatía y poco apetito. Nos notamos saturados.
6) INSOMNIO. Nuestro estado catabólico nos puede plantear problemas para conciliar el sueño y poder descansar con normalidad.
7) MOTIVACIÓN. En el plano emocional es habitual que perdamos la motivación por montar en bici, por entrenar y esforzarnos.
8) HRV. La variabilidad de la frecuencia cardíaca (el tiempo entre latido y latido) se vuelve más estable, desciende por tanto nuestra HRV.
9) RESPIRACIÓN. Sin explicación, notamos que para una misma intensidad, hiperventilamos, tenemos la sensación de ir más ahogados.
10) RENDIMIENTO. La debilidad general que experimentamos nos hace tener un rendimiento peor que antes, dolor de piernas y menos velocidad.