Al pie de Balès llegaron todos juntos. Tinkoff-Saxo marcaba el ritmo disolviéndose elemento a elemento hasta que se abrió Michael Rogers y Alberto Contador atacó deshaciendo el escaso pelotón que le acompañaba. Nairo Quintana a su vera. El duelo estaba servido aunque modestos invitados trataran de sumarse a la fiesta; el más inspirado, Pierre-Roger Latour, un jovencísimo escalador de 21 años de Ag2r. El pinteño atacó media docena de veces y el colombiano le anuló otras tantas, cazándole para después enseñarle la rueda en una demostración de fuerza. Así coronaron…
… Y en el descenso las tornas continuaron iguales, pero esta vez el demarraje de Contador valió. Sus riesgos distanciaron a Quintana, que vio desde el fondo de recta de la meta cómo su rival celebraba la victoria de la tercera etapa de la Route du Sud con el tradicional disparo. Después, Nairo despreció la contienda como la zorra las uvas: “En la bajada el piso estaba descarnado y no merecía la pena jugársela; Contador ha arriesgado mucho bajando”. Mientras, el vencedor se solazaba, sonriente y relajado: “Estoy muy contento con el triunfo”.
Un detalle interesante emergió a posteriori. Nairo reveló que Contador le ofreció dejarle ganar la etapa a cambio de que le relevara. El español explicó que quería ayuda para cazar a Latour. Pero esta conversación iba mucho más allá de lo deportivo. No era guerra por la etapa, sino guerra psicológica: Contador ofreció un regalo envenenado al rival para someterlo a un determinado marco y adquirir supremacía. Nairo, que también sabe de persuasión, rechazó cualquier tipo de pacto y se mantuvo en su papel de secante perdonavidas, de bomba lista para estallar.

En clave doméstica, la sorpresa agradable de la jornada fue Alberto Gallego. Se trata de un joven ciclista extremeño del Continental portugués Radio Popular. La pasada temporada fue el mejor amateur de España y, mediada la campaña, saltó a profesionales. Desde el primer día mostró sus cualidades principales, la escalada y la valentía; su hoja de resultados impresiona por la regularidad y la brillantez. Ayer anduvo a rueda de los duelistas durante medio Balès, fajándose para seguir cada aceleración de Contador hasta que se vació. Gallego es un nombre a seguir, demostración palpable de que el ciclismo español tiene futuro aunque el tópico insista en que no.