Critériums, la paga extra de los ciclistas profesionales: así funcionan

Critériums, la paga extra de los ciclistas profesionales: así funcionan

Más allá de la pura competición, los ciclistas profesionales asisten a otro tipo de eventos y pruebas de exhibición, donde pueden obtener un suculento extra de ingresos. Son los famosos critériums, pruebas con mucha historia que en verano viven su momento álgido. Te explicamos cómo funcionan y su importancia para los corredores.

Los critériums llevan siendo una parte muy importante del ciclismo desde hace casi un siglo. Comenzaron a tener popularidad a partir de los años 50, en la época de mitos como Coppi, Bartali, Anquetil o Bahamontes y alcanzaron su máximo apogeo en la década de los 60 y 70, principalmente. Se extendieron desde los países tradicionales de este deporte, fundamentalmente Francia, Bélgica e Italia, a Holanda, Suiza, Alemania, Gran Bretaña, España o Estados Unidos.

Las pruebas de exhibición y espectáculo del ciclismo han tenido altibajos a lo largo de los años. Todo en línea con los mismos altibajos de seguimiento del ciclismo profesional. Pero también se han diversificado y ya no hay sólo carreras de critérium para profesionales y ciclistas amateur y a final de temporada o tras el Tour, como había sido habitual en las últimas décadas. Ahora también se hacen eventos abiertos a todo el público, en diferentes modalidades y formatos de prueba (contrarreloj, persecución, sprints, etc) durante todo el año.

¿Qué es un critérium?

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Pero el formato original de critérium sigue vivo y el ciclista profesional el epicentro del mismo. Se trata de una prueba ciclista disputada en circuito, generalmente urbano, corto, y al que se debe dar un determinado número de vueltas.

Son carreras de exhibición, sin puntos UCI y cuyo premio principal es dinero repartido por lograr un determinado puesto. Aunque, por otro lado, el organizador paga una prima al corredor, generalmente la estrella de turno que haya ganado el Tour, una gran clásica o el Campeonato del Mundo, pactada de antemano con un contrato verificado por la UCI.

En este punto, conviene aclarar que carreras ciclistas del calendario UCI como el Critérium del Dauphiné, o el ya desaparecido Critérium Internacional, tienen esta denominación sólo por historia pero son pruebas de ruta convencionales. En sus inicios, estas carreras francesas sí que tuvieron un formato abierto y de exhibición, pero evolucionaron a carreras con el paso de los años.

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Porque sí, la Unión Ciclista Internacional (UCI) también está detrás del funcionamiento y la reglamentación de los critériums ciclistas, al igual que las carreras profesionales. En la época dorada de los critériums, apenas había control del máximo organismo del ciclismo mundial y los propios organizadores, ya fueran públicos o privados, hacían y deshacían a su antojo Así, por ejemplo, pactaban o amañaban el resultado en muchas ocasiones para que ganase el corredor estrella, como en los famosos critériums kermesse (de mayor duración y abierto a la participación de amateurs) belgas y holandeses de los años setenta, que aún se siguen celebrando en la región de Flandes. Una práctica, la de pactar el resultado, que continúa realizándose off the record en bastantes pruebas, aunque de forma menos generalizada que en aquellos años.

Actualmente, la UCI controla la reglamentación y el desarrollo de todos los critériums del calendario, en los que tomen parte ciclistas profesionales. De hecho, en el propio reglamento de carretera hay un capítulo especial (el VII) referente a ellos con unas normas muy definidas no sólo de la propia prueba. También de los contratos que la organización pacta con los corredores para participar en su critérium.

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La razón de que ciclistas de equipos profesionales participen en los critériums ha sido la excusa para que la UCI entre de lleno en el control de estas pruebas, con el argumento de proteger el máximo activo de sus carreras: los propios corredores.

Así, las normas van encaminadas sobre todo a acotar la duración (de 30 a 90 minutos en la mayoría de casos) o regular los elementos de seguridad que tienen que tener los circuitos (de 800 m a 10 km máximo), con vallas en meta y señalización adecuada de los mismos (curvas, pasos peligrosos, etc.). Además, la reglamentación actual dispone el pago de una tasa o canon del organizador a la UCI por la celebración de estos eventos.

CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE UN CRITÉRIUM (REGLAMENTO UCI)

  • Duración: 30 min - 2 h 30 min.
  • Tipo de carrera: en línea por circuito (de 800 m a 10 km). Generalmente se ubican en centros urbanos.
  • Distancia: de 80 a 150 km.
  • Clasificación: por tiempos o puntos.
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Buena parte del negocio de los critériums está en atraer a los mejores corredores del ciclismo profesional. Estos pueden exhibirse a título individual, escapándose de la disciplina del equipo para ganar un extra de dinero por los premios, primas o publicidad. Aunque este corredor debe comunicar en todo momento las condiciones de contratación a su equipo y a la UCI.

También, el hecho de que se celebre en centros de ciudades o pueblos con gran asistencia de público (hasta 20.000 personas), en algunos casos previo pago de una entrada, hace que los critériums sean eventos bastante rentables. Sobre todo en países con gran tradición ciclista, como Bélgica u Holanda. Los aficionados además pueden ver más veces pasar a los corredores, en lugar de sólo una como en las carreras en línea. Además de acercarse a hacer fotos, que les firmen autógrafos. Todo ello en un ambiente relajado y festivo.

En lo referente a las primas, las cantidades difieren dependiendo del evento. Pero en algunos critériums de los últimos años se han llegado a pagar entre 20.000 y 30.000 euros de prima. Especialmente elocuente son las declaraciones de un organizador de un critérium belga en el año 2015, quejándose, en declaraciones recogidas por The Bike Comes First, del excesivo caché de Sagan o Froome para correr un critérium, que oscilaba entre los 30 y los 50.000 €.

Todo esto sólo por hacer acto de presencia. Incluso los premios pueden ser menores de la propia prima que se pacta entre organizador y ciclista. Los más suculentos rondan los 10.000 euros por ganador, como el de la última edición del critérium holandés de Surhuisterveen, con triunfo para Fabio Jakobsen. Precisamente por delante del esprínter que le tiró en la aparatosa y famosa caída de la Vuelta a Polonia 2020, Dylan Groenewegen. Para hacernos una idea de lo atractivo de estos premios, una victoria de etapa en el Tour tiene un premio de 11.000 euros. Dinero que el corredor dona a su equipo. Pero el premio del critérium se lo suele llevar el propio ciclista, aunque no cuenta para el palmarés oficial del corredor.

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Los dos países europeos llevan décadas organizando los critériums más prestigiosos y multitudinarios, con suculentas primas y premios en metálico para los corredores. Su celebración suele concentrarse en los días siguientes a la finalización del Tour. Así, los protagonistas de ese año en la ronda gala tienen fácil acercarse desde París a cualquiera de las ciudades flamencas donde se celebran estos eventos, en apenas dos horas de coche.

Localidades como Aalst, Rosendaal, Surhuisterveen, Geraardsbergen o la ciudad de Amberes se reparten fechas entre finales de julio y principios de agosto, además de corredores, para montar sus critériums, con éxito absoluto de público. Estos además pagan su entrada correspondiente (entre 15 y 20 €) para ver de cerca a sus ídolos y disfrutar del espectáculo. Una tradición que ocupa desde hace ya medio siglo unas semanas del calendario escasas de carreras. Y de la que se benefician organizadores o clubes locales y, por supuesto, los propios ciclistas, que corren por libre y ganan una atractiva paga extra.

En los últimos años, y aparejado al gran boom del ciclismo aficionado, el formato del critérium se extendió más allá de los eventos clásicos para profesionales, con pruebas abiertas a la participación de amateurs, que incluso comparten salida con aficionados.

Asimismo, en los Estados Unidos la moda de las bicicletas fixies urbanas, con un sólo desarrollo, permitió crear un calendario propio de critériums, con el Red Hook de Brooklyn como principal evento. Una prueba, ya desaparecida, que llevó su formato a otros eventos similares en ciudades europeas como Milán, Londres o Barcelona en los últimos años.

Estados Unidos es precisamente donde los critériums han tenido más éxito fuera de Europa. Un país que ha sabido extraer el carácter lúdico y de espectáculo de estos eventos deportivos, que tanto valoran allí. Con grandes premios en metálico a repartir, de hasta 100.000 dólares, eventos como el Lion's Den de los Ángeles o el Salt Lake City Critérium son citas obligadas en el calendario. Tanto para entusiastas de la bicicleta, como para los profesionales norteamericanos.

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