Danny MacAskill, un funambulista sobre ruedas

Danny MacAskill, un funambulista sobre ruedas

Todos hemos alucinado con los vídeos, trucos, maniobras imaginativas y equilibrios imposibles del bueno de Danny, ya sea matando horas muertas (y neuronas) por YouTube o en el móvil de un amigo mientras esperas a tu colega más impuntual para iniciar la ruta.

Las visualizaciones suelen ir acompañadas de gestos, onomatopeyas de admiración e incluso algún taco malsonante.

Cada vídeo que publica MacAskill debería recoger en un making off de la cara de la gente durante las reproducciones. Sería divertido. O aún mejor, inmortalizar la expresión de incredulidad de los transeúntes que tienen la suerte de vivir en directo uno de sus números circenses sobre ruedas.

Sus inicios

O Danny es un pipiolo o nosotros mayores. Tan solo tiene treinta y pocos años. Nació un 23 de diciembre de 1985 en Dunvegan, Escocia (Reino Unido).

Este capricornio (debe ser premonitorio, por lo de hacer el cabra) pasó su mayor parte de la infancia en Skye rodeado de su familia. Una familia algo sedentaria, tranquila, hogareña. Así que Danny no encontró mejor válvula de escape que las dos ruedas de su bici desde su tierna infancia.

Con doce años de edad, por influencia directa de un hermano mayor de un amigo, empezó a interesarse por la bici de montaña. Empezaron a leer revistas como Mountain Biking UK y a flipar con vídeos de la época en VHS como el Chain Spotting.

En cierta manera, redescubrían una nueva manera de interpretar el MTB de la mano de bikers que marcaron su infancia y manera de entender la bici tales como Martyn Ashton (desgraciadamente accidentado hace unos años y ahora en silla de ruedas, pero contagiando sus ganas de montar en bici), Chris Arkigg, Martin Hawyes o el gran Hans (No way) Ray.

Esos fueron sus influencers. Ese período disparó la imaginación de Danny. Al año siguiente, en 1998, se hizo, después de ahorrar algo de dinero, con su primera gran bici, una Kona Fire Mountain, a la que tuneo para convertirla en una bici de trial.

Mientras veraneaba en un pueblecito llamado Aviemore, soñó con trabajar algún día en la tienda de bicis del pueblo. La tienda de los sueños. El templo de culto donde empezaba a babear con el material que un niño de solo trece años no se podía permitir.

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Al acabar su escolarización trabajó algunos años en Bothy Bikes. Más tarde, decidió trasladarse a Edimburgo, la ciudad de James Joyce. Encontró trabajo de mecánico en una tienda de bicis de la urbe y durante ese tiempo se empapó y rodeó de la comunidad que practicaba BMX.

Edimburgo era enorme. Un gran tablero de juego para MacAskill. Su conducción progresó mucho durante esos años. Era una esponja. Observaba, se empapaba y reinterpretaba a mejor la partitura de los mejores bikers de la urbe.

Compartía piso con uno de sus compañeros de fechorías, un tal Dave Sowerby, un brillante rider de BMX y filman ocasional.

En otoño de 2008, aprovechando la inactividad obligada por lesión de Dave, empezó a inmortalizar los trucos de Danny por el mobiliario y arquitectura urbana de Edimburgo.

Pues bien, esa recopilación lanzada a YouTube con solo 23 años de edad, amenizada con la música de “The Funeral”, de Band of Horses, de 5.30 minutos de duración, cosechó rápidamente cientos de miles de reproducciones durante los primeros días. Tantas hasta llegar a los más de 36 millones de reproducciones.

Ese día, el 19 de abril de 2009, la vida de Danny cambió para siempre. Desde entonces nace el Danny más mediático, el protagonista de vídeos como Way Back Home, Road Bike Party 2 o The Ridge.

Nació una estrella, la que hoy brilla en el firmamento biker. La que hoy conocemos. Desde ese momento las mejores marcas y galardones se fijaron en él.

En este sencillo y cercano chico de Dunvegan, en el mismo que en la intimidad te asegura que de no ser por aquel vídeo, su futuro pasaría por ser mecánico en una tienda de bicis o como plomador en su pueblo natal.

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