Cuando hace cuatro años el ya mítico HTC se desbandaba, todos los equipos se disputaban a sus jóvenes y rutilantes talentos. John Degenkolb fue uno de los más rifados y en los prolegómenos de ese mercadillo persa que a veces es la Vuelta a España eligió fichar por el entonces conocido como 1t4i, actual Giant-Alpecin, en el cual se reuniría con su colega de categorías inferiores Marcel Kittel. “¿Y qué cazzo va a hacer ahí?”, se preguntaba iracundo el mánager de un equipo que ambicionaba incorporarle. “Va a pasarse la vida ejerciendo de lanzador. Menudo testa di…”
El paso de tiempo ha diseñado una perspectiva muy distinta a la vislumbrada por aquel empresario. En el proyecto deportivo de Iwan Spekenbrink, Degenkolb ha formado una dupla temible con Kittel; Apolo es el velocista puro y Dege, el polivalente. Su poder le permite ir más allá de las ‘volatas’ y apuntar a las grandes clásicas. De cara a esta temporada, diseñó un plan que partía en Dubai, paraba por Murcia, Andalucía y París-Niza y alcanzaba tres clímax en tres Monumentos, “lo único que importa”: Milán – San Remo, Tour de Flandes y París – Roubaix. En la Classicissima acertó en el centro de la diana; en los adoquines puede redondear una temporada que ya está amortizada.

Ayer Degenkolb acertó a esconderse hasta la parte final. “La clave es ahorrar energía”, confió en rueda de prensa. Cedió el protagonismo, que correspondió a atacantes como Sky o BMC en los ‘capos’ y la Cipressa y a Katusha en el Poggio, con un inmenso Paolini llevando en el bolsillo a Kristoff para morir a 300 metros de meta, 50 más de los que precisaba su líder noruego, favorito en las apuestas y segundo en meta. Mientras tanto, el poderoso alemán rodaba entre los diez, quince o veinte primeros del grupo, siempre ajeno a batallas como las que sí asumió su enemigo íntimo Michael Matthews, más flamenco e igual de fuerte ayer, pero relegado al tercer puesto toda vez que escogió el lado malo en el esprín.
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Un Sky con pericia
Una de las claves tácticas de esta Milán – San Remo radicó en la actitud de Sky, ofensivo desde el capo Berta, tradicional inicio de las hostilidades definitorias de la Primavera. Ahí encendió la mecha Luke Rowe, que condujo el ascenso y también el descenso, en el cual se fueron al suelo dos elementos clave del equipo británico como Ian Stannard y Salvatore Puccio. Este incidente generó la extraña situación de ver un trío de enterradores rodando por delante del pelotón, toda vez que Rowe se llevó a rueda a Geraint Thomas y Ben Swift. Finalmente, el galés gastó sus fuerzas en un ataque tras la Cipressa junto a Daniel Oss, representante de un combativísimo BMC; mientras, el esprínter británico se perdió en la volata conclusiva que el año pasado le subió al podio. Quedó pues sin premio un Sky que demostró fuerza y, lo que es más importante, una pericia táctica que no era costumbre en ellos… hasta esta temporada.

Descenso de Pozzato, disgusto de Gilbert
La Cipressa pudo trocear el pelotón en cachitos; de eso se encargaron los Sky (Nordhaug, Thomas), los BMC (De Marchi, Dillier, Van Avermaet) y los Trek (Arredondo). Su trabajo rendía frutos y descolgaba a culos gordos como Greipel, Mark Cavendish o incluso Kristoff. Sin embargo, cuando se encaraba el descenso, apareció la figura plena de clase de Filippo Pozzato para marrar la ofensiva. El italiano se puso en cabeza del pelotón y condujo la bajada de forma “demasiado lenta”, a juicio de Philippe Gilbert, propiciando así el reagrupamiento. Al ciclista de Lampre-Merida le salió bien la jugada: probablemente fue gracias a ella que sus coequipiers Niccolo’ Bonifazio y Davide Cimolai pudieron disputar la ‘volata’ final, cada uno por su lado, para terminar 5º y 8º respectivamente. El belga, por su parte, terminó estrellándose en el descenso del Poggio; arrastró en su caída a Kwiatkowski, Stybar y Gerald Ciolek, quien regaló una imagen explícita al estrellar su casco contra el suelo. El alemán de MTN-Qhubeka había transmitido unas sensaciones fantásticas durante toda la carrera y parecía en disposición de pelear por reeditar su sorprendente victoria de hace dos temporadas; el infortunio truncó dramáticamente sus aspiraciones.

Lecciones para Lobato
La apuesta de Movistar Team no logró ayer los resultados deseados. Pese a encontrarse cómodo durante toda la jornada y pasar los ‘capos’ con buenas sensaciones, Juanjo Lobato sucumbió en un tramo de falso llano de la Cipressa al tremendo ritmo impuesto en ese momento por Geraint Thomas y Julián Arredondo. “No siempre se está como uno espera”, reconocía sucinto en conversación telefónica. “Hasta ese momento todo iba bien, no sé qué ha podido pasar”, titubeaba antes de afirmar que hoy repasaría la carrera para detectar errores y aprender. Al trebujenero le quedan muchas ediciones de Milán – San Remo por delante en las cuales sacar partido de las lecciones que recibiera ayer.
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