El florecimiento del ciclismo en Dinamarca y Noruega

De todos es sabido que el ciclismo español está  envejecido. Aunque corredores como Mikel Landa, Ion Izagirre o Jesús Herrada van tomando responsabilidad y dando evidencias de que el desierto que se anunciaba no va a ser tan dramático, lo cierto es que sigue sin haber detrás una generación de corredores sub23 que puedan tomar la alternativa. García Cortina y Enric Mas han sido las últimas irrupciones con cierta fuerza, pero ambos tienen gente por delante en sus tramos de edad.

La situación se repite –con algunas variantes- en casi todos los países del Sur de Europa. Sin embargo, en la otra esquina de nuestro continente las cosas son muy distintas. El ciclismo escandinavo se encuentra justo en el extremo contrario: una generación joven aparece con gran firmeza, corredores que en las categorías sub23 y junior apuntan a lo más alto y pueden con el resto. Evidentemente, no todos terminan brillando en profesionales. Pero sobre todo Noruega y Dinamarca cada vez van aportando más ciclistas al máximo nivel, y en el pasado Mundial de Doha cada país cosechó un oro. Suecia, en ese sentido, parece ir un poco por detrás.

Cultura longeva, interés creciente

Mientras en España se asume que es cuestión de tiempo que dejemos de ser una superpotencia ciclista a corto plazo –tampoco es normal que ciclistas como Valverde, Contador y algunos más coincidan en el tiempo-, los países nórdicos siguen dando pasos adelante. Y el futuro se ve con esperanza: “El interés por el ciclismo sigue creciendo aquí, por lo que creo que los próximos años serán brillantes”, cuenta el manager noruego Jean Erik Gaundal. En la misma línea se expresa el corredor Sindre Lunke (Sunweb): “Tenemos buenos corredores, y también varios equipos continentales. Creo que en unos años tendremos más ciclistas World Tour”. Y en Dinamarca, algo parecido, como indica la periodista Sanne Jakobsen: “La generación sub23 de 2015 fue la mejor en años. En Doha conseguimos un campeón del mundo junior, así que los años que vienen no van a ser peores”, explica.

Ambos países tienen en común varios aspectos fundamentales para el ciclismo: una tradición y cultura de la bici –como medio de transporte- que vienen de décadas, un nivel socioeconómico alto y, principalmente, un interés creciente en el ciclismo de competición. Aunque con algunos matices. En Dinamarca el primer referente se remonta a los años 60, con Ole Ritter y Leif Mortensen. El primero abrió la veda con la plata en el Campeonato del Mundo CRE de 1962 y, en 12 años de carrera, corrió siete Giros de Italia donde ganó tres etapas. A lo largo de más de una década de carrera deportiva corrió siete Giros de Italia, ganando tres etapas. Mortensen fue plata en el Mundial de Ruta y también en los Juegos Olímpicos.

Llegaron después los 90: Rolf Sorensen, Bo Hamburger, Skibby… y Bjarne Riis. El primer –y hasta hoy único- ganador danés del Tour de Francia (1996). Una generación que atrajo el interés de la televisión y popularizó el ciclismo como deporte, pero que luego se descubrió con pies de barro por los escándalos de dopaje. En Noruega todo es más reciente. Thor Hushovd fue el hombre que dio el despegue: “Él hizo grande el ciclismo, es una gran inspiración para mí. Demostró que se puede hacer bien en un deporte que no es fácil en un país como ‘Invernalia’ Noruega”, dice con gracia Lunke. Gaundal eleva su influencia a un hecho histórico en el país: “Después de Thor y de Arvesen, muchos jóvenes eligen el ciclismo en lugar del esquí de fondo. Eso antes no ocurría”.  El esquí de fondo es el deporte nacional en Noruega.

Un salto de categoría

Sin embargo, todavía faltan barreras que derribar en ambos países. De hecho, en toda Escandinavia –incluyendo también Suecia y Finlandia- no hay un solo equipo World Tour ni tampoco en ProConti. A cambio existe una tremenda red de conjuntos de división Continental saneados y que hacen calendario por varios países del norte de Europa, lo que hace que sus corredores jóvenes crezcan. En nuestro país, en cambio, la mayoría de los ciclistas jóvenes que pasan deben irse lejos, y muchas veces a equipos inscritos como continentales pero con condiciones precarias y poco calendario. Los principales exponentes del ciclismo escandinavo son el Team Virtu Pro Veloconcept de Riisen Dinamarca, y el Team Joker en Noruega.

Aunque es difícil cuantificar con exactitud porque no hay números oficiales, fuentes consultadas cifran el presupuesto del Team Joker en 1,5 millones de euros. “Realmente, corren como un Profesional”, apunta dicha fuente. Casi todos los corredores profesionales noruegos han pasado por él salvo Holst Enger. En el caso del Virtu danés, se fija la cantidad en algo menos. En cualquier caso, son números muy superiores a los de nuestros Euskadi-Murias y Burgos-BH. Para 2017, de momento, Dinamarca tiene registrados seis continentales en la UCI, por cinco de Noruega. El resto de equipos ronda el millón, aunque el coste de la vida y los viajes también son más altos en el país nórdico.

Uno de ellos es el Sparenbanken, que dirige precisamente Thor Hushovd: “El primer equipo continental en el que tuve contrato”, recuerda Lunke, que tras disputar su primera Vuelta a España en 2016 ambiciona ahora el Giro. Hushovd trabaja para subir una división. También se ha apuntado que Team Joker y Team Coop –capitaneado por Aleksander Kristoff- podrían dar el salto. “Tengo la sensación, sinceramente, de que ocurrirá en 2018. Pero es difícil decirlo con total seguridad”, explica Gaundal.

Centrados en el talento 

Pero la verdadera clave del éxito en estos dos países se basa en una máxima: centrarse en potenciar el talento. En ese sentido, tanto Dinamarca como Noruega han desarrollado sistemas que funcionan, y de los que España carece. De ahí que últimamente se haya puesto en boga la afirmación de que el ciclista español “es de maduración tardía”. Realmente lo que ocurre es que las carreras españolas sub23 son más cortas que en el resto de Europa. Y los equipos amateur no pueden costarse salir del país. Aunque eso está cambiando ya y equipos como Lizarte o la Fundación Contador aprovechan los meses de verano para correr fuera.

En Noruega, para empezar, los equipos continentales se registran como de formación, por lo que tienen grandes ventajas fiscales y no pagan impuestos. A cambio, deben pagar a sus corredores. El mínimo fijado está en 12.000 euros al año, que para Noruega no es desde luego un salario alto. Es más, sus familiares también ayudan y otros tratan de complementar lo que ganan con un trabajo por horas, o recurren a patrocinadores propios. En Dinamarca los equipos ni siquiera están obligados a pagar un sueldo a sus corredores.

Por otra parte, en Dinamarca la Federación Nacional se ha involucrado para incorporar jóvenes promesas: “Están haciendo mucho para captarlos cuando son jóvenes, y guiarlos en sus carreras”, explica Jakobsen. Por otra parte, la pista se ha convertido en un gran centro de desarrollo en los meses de invierno. Cuando el tiempo no lo permite fuera, ellos pueden seguir progresando en la pista, donde mejoran condiciones de fuerza y velocidad.

En Noruega, por otra parte, hay grandes centros regionales en Lillehammer, Trondheim o Stavanger. Allí, los chavales de 15 o 16 años entrenan dirigidos por técnicos que los llevan durante varios años, y pueden completar su educación secundaria en cuatro años, en lugar de los tres que son normativos. Eso les permite centrarse más en entrenar y descansar. En España, lo único parecido que se conoce lo lleva a cabo la Fundación Víctor Sastre, con un equipo junior que pasa toda la temporada escolar en El Barraco y son monitorizados durante los dos años que dura su paso por la categoría.

Presente y futuro

El perfil de corredor predominante en ambos países es el del rodador potente, normalmente buen contrarrelojista y con gran punta de velocidad, válido tanto para clásicas como para llegadas al sprint. El presente noruego está encabezado por Kristoff y Boasson Hagen, con Sondré Holst Enger como gran referente para el futuro. Dinamarca ahora mismo tiene a Fuglsang –corredor además atípico, un buen escalador en un país tan llano-, Morkov y Hansen como ciclistas importantes en estos últimos años.

Pero, ¿quién viene en camino? En el caso danés, desde luego Mads Würtz Schmidt –recién fichado por Katusha- deslumbró ganando el Mundial de contrarreloj 2015 en Richmond. Magnus Cort Nielsen, de quien se espera mucho en Orica, ya se estrenó en la Vuelta a España. También Michael Valgren –correrá en Astana en 2017- y Mads Pedersen (Trek). El jovencísimo Kragh Andersen (Sunweb) también apunta alto, como el vigente Campeón del Mundo junior en Qatar, Jakob Egholm. Y de la pista proceden dos medallistas en Río: Frederik Rodemberg Madsen y Casper Folsach.

¿Y en Noruega? Además de un escalador diésel como Sindre Lunke, hay otros perfiles más 'típicos'. Evidentemente, en Doha despuntó Kristoffer Halvorsen, que con 20 años ganó el oro mundial. El corredor ha decidido mantenerse en el Team Joker aunque no le han faltado novias. En 2018 será otra historia. Bystrom (Katusha-Alpecin) también fue oro en el Campeonato del Mundo, pero en Ponferrada. Truls Engen Korsaeth (Team Joker), de 1993, se apunta como hombre de enorme potencia, diseñado para la París-Roubaix, y ya se dejó ver en Doha trabajando para Kristoff y Boasson Hagen. Y desde juveniles llega Andreas Leknessund, del que se espera mucho en el próximo Mundial de Bergen.

Está claro que Escandinavia y España o, mejor dicho, el Sur de Europa, crecen a ritmos completamente distintos. Mientras aquí buscamos el relevo de la mejor generación de nuestra historia, en otros países van viendo crecer a sus jóvenes talentos. El vivero español, por su parte, trata de volver a generar algunos brotes verdes. Bien nos vendría tomar nota del florecimiento escandinavo, porque vamos a oír hablar de ellos en los próximos años.

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