Detrás de todo apetitoso plato que se sirve en la mesa hay un buen cocinero y detrás de toda buena bici que rinde con precisión en la montaña se esconde un buen mecánico. Y Álvaro Domínguez (14/06/1971) es uno de ellos.
La suya es una historia de pasión por el ciclismo, por vivir de otra forma, y, como suele decirse, de estar en el lugar indicado en el momento oportuno, porque en la vida siempre se necesita algo de suerte.
Los que sois más o menos habituales de las mejores carreras de mountain bike habréis visto a este hombre espigado en las carpas del Trek Factory Racing, siempre concentrado en su trabajo, en dejar la bici a punto para que sus ciclistas puedan mostrar todo su potencial en los circuitos.
Natural de Benidorm, Álvaro estudió y acabó Económicas, y si en aquel entonces le hubieran dicho que acabaría siendo uno de los mejores mecánicos del circo del MTB –su trabajo se ciñe al equipo de cross country, carretera, ciclocross y enduro–, no se lo habría creído.
Pero un día, trabajando en una tienda de ciclismo, entró por la puerta uno de los directores del equipo BMC «porque necesitaban una reparación. Hablamos y le caí en gracia. Me dijo que les hacía falta algunos días. Estuve en Dénia y me fueron llamando los años siguientes», recuerda.
Colaboró con otros equipos de carretera, hasta que recibió una llamada que le ofrecía ser el mecánico del equipo Wild Wolf Trek, en el que estaban Carlos Coloma y Sergio Mantecón. Él no lo sabía, pero estaba dando los primeros pasos en el que iba a ser su mundo laboral de verdad.
Álvaro Domínguez recuerda una llamada como si se produjera ahora. «Hola, soy Carlos», qué Carlos, le respondió él, «soy Carlos Coloma y quiero que sepas que estamos al 100% contigo». Un detalle que Álvaro no olvida.
Después se fue con Sergio Mantecón al Trek Factory Racing y, cuando el de Santander fichó por Kross, «hablé con Trek y me dijeron que querían que siguiera. Me propusieron un contrato a largo plazo. Estoy a gusto».
Para llevar tantos años en este negocio y estar tan bien considerado, no solo tienes que tener manos con la bici, también tienes que saber tratar a los ciclistas.
«La gente identifica nuestro trabajo con el mecánico de una tienda, y poco tiene que ver. Esto tiene que gustarte mucho y hay que entender al corredor, escucharlo y saber qué quiere de la bici. No todos entienden la bici de la misma forma ni funcionan igual. La bici tiene que durar entre 1 h y 1 h 25’. Nuestro trabajo hay que entenderlo más como la F1″.
Apasionado de su trabajo, también ha formado a otros mecánicos, de ahí que anime a cualquier joven a luchar por sus sueños. Él los alcanzó y empezó a perseguirlos siendo un chaval, cuando se cansó de ver que en el taller al que llevaba la bici no se la dejaban como quería, así que se puso manos a la obra. Se remangó las mangas de la camisa y comenzó a mancharse las manos de grasa, del óleo de los mecánicos.