Gerard Farrés: "Las e-bikes no son el futuro, son el presente"

Gerard Farrés:

A lo largo de su trayectoria deportiva, la bici siempre ha acompañado a Gerard Farrés; ya sea en su niñez, cuando jugaba con ella, o en su etapa de piloto del Dakar.

La utiliza para entrenar y para divertirse, hasta el punto que siente dependencia de ella cuando no la practica con asiduidad. Y ahora enamorado de las opciones que le ofrecen las e-bikes.

Gerard, ¿qué fue antes, la moto o la bici?

La bici, de cuando era pequeño y empecé con el BMX y el trialsín. Eran diferentes, pero me encantaban. Recuerdo que tenía muchas ganas de competir, pero ahora utilizo la bici más para entrenar y disfrutar, para desconectar. A veces me pregunto qué es lo que nos da la bici que nos engancha tanto, y es que es preciosa.

¿Llegaste a competir en bici?

Sí, en el Campeonato de Catalunya de BMX, con Marc Calvo, que era el que ganaba, y también estaba el piloto de motos Jordi Viladoms. Me gustaban más los saltos, de ahí que hiciera más carreras de BMX que de trialsin.

Pero llegó la moto.

Empecé con la moto de enduro a los 14 años, con una de segunda mano. En mi familia somos trabajadores. Recuerdo que entonces la Federación Española de Motociclismo seleccionó a una serie de pilotos, entre los que estaba yo, y nos concedió una beca de cinco años. Nos pagaban los gastos para competir. Gracias a ellos pude crecer como piloto, ganar un Mundial Junior y pude llegar a ser profesional de este deporte.

Nunca dejaste del todo de lado la bici, ¿verdad?

En mayor o menor medida siempre he ido en bici, pero de unos años hacia aquí pensando en el Dakar. Cuando hacía enduro en moto ya teníamos entrenamientos en bici planificados, pero vimos que en el Dakar, que íbamos unas doce horas en moto con puntas de pulsaciones de 130 a 170, la bici tenía mucho sentido. Hacíamos unas seis horas y después subíamos a la moto. Teníamos un preparador físico y salíamos en bici de montaña y de carretera, ya que las pulsaciones eran muy constantes. El mountain bike nos iba bien porque se parecía mucho más a lo que era ir en moto.

Y diste el paso a las competiciones.

Cuando sales en mountain bike buscas alguna cosa más. Entrenar está muy bien, pero para estar motivado entrenando decidimos apuntarnos a carreras como la Andalucía Bike Race. Después a las carreras de MTB íbamos sabiendo que nuestro nivel no era el de los mejores. No íbamos a competir, sino porque nos servía para la moto. Para ser un crack de la bici necesitas unas condiciones muy buenas y si no entrenas, no puede ser.

¿Alguna vez pensaste en dedicarte a la bici?

Nunca, aunque la bici crea adicción. Llega un punto en que es como una droga. Hay que tener las cosas claras e ir con cuidado, vigilando por ejemplo de no entrenar más de la cuenta. El entrenador me ponía dos horas encima de la bici y yo hacía seis porque me veía fuerte y después el preparador me reñía. Hay que controlarse.

¿Qué tipo de pruebas de mountain bike te gustan?

Las de larga duración porque se parecen más al Dakar o a nuestra especialidad. Siempre intentamos hacer etapas largas, como las de la Andalucía Bike Race, la prueba de Ibiza o la Ferèstec. Las vamos combinando sin perder de vista mis objetivos, que son la moto y el coche. Si fuera por ganas, me apuntaría a todas las pruebas de mountain bike, pensando también que tengo una familia, que para mí es lo más importante.

¿Hay alguna prueba de MTB que no hayas hecho y en la que te gustaría competir?

La Cape Epic. También me gustaría la Titan Desert. Al final, la bici es mágica, por aquello que te decía que te obliga a superarte, pero también tienes que aportar mucha psicología porque llega un momento que las piernas no van. También me va muy bien la bici de carretera, porque me ayuda a trabajar la cabeza.

¿Cuántas bicis tienes?

Siete. Una de la mujer, tres de mis hijas, una desmontable… La marca Olympia me ha elegido como uno de sus embajadores, y tengo una eléctrica de montaña, una MTB de toda la vida y una de carretera. Las tengo en un trastero, bien expuestas, porque forman parte de nuestra familia.

Y creo que las e-bikes te han enamorado.

Me encantan. No son el futuro, son el presente. Para una persona como yo, que hace 7.000 km y que le encanta sufrir, hago una media de pulsaciones de 170, la misma que en una bici normal, pero la velocidad es cuatro veces más rápida, de forma que el disfrute es increíble. Después está la adrenalina. Podía jugar. Nunca iba ahogado. Me cansaba igual que en una MTB tradicional, pero disfrutaba mucho más.

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