De los maillots de lana a las fibras ultraligeras: la evolución de la ropa ciclista en los últimos 100 años

De los maillots de lana a las fibras ultraligeras: la evolución de la ropa ciclista en los últimos 100 años

Una parte muy importante del equipamiento del ciclista es su ropa. Desde el maillot al culotte, pasando por los guantes, y hasta los calcetines, todas las prendas han experimentado una evolución constante para dar al ciclista mayor comodidad, transpiración y protección, que acaba por repercutir positivamente en el rendimiento. Repasamos la evolución de la ropa ciclista desde el siglo pasado hasta la actualidad.

Fotos: Etxeondo, Castelli, Santini SMS y Poc

La ropa de un ciclista se puede considerar una prolongación más de su cuerpo. Aparte de identificarlo, ya sea en carrera o fuera de ella, una elección determinada de tejidos, diseño o incluso colores puede tener una influencia, si bien no especialmente decisiva, sí relevante para el rendimiento.

Por ello, desde sus orígenes, los ciclistas han buscado formas de hacer que su ropa sea cada vez más eficiente y cómoda. Echamos la vista atrás hacia el siglo pasado, para ver la evolución de las prendas de ciclismo, hasta llegar a la actualidad.

Las primeras prendas ceñidas, en lana y algodón (1900 – 1945)

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La popularización del ciclismo como deporte, a finales del S. XIX, y la aparición de las primeras carreras de larga distancia, trajo consigo también la elección de una vestimenta específica para montar en bici durante varias horas. En esta época de pioneros las prendas, tanto jerseys o camisetas como pantalones, no se podía considerarse ropa del ciclismo como tal.

Estamos hablando de jerseys de lana ceñidos, muchos de ellos ropa de calle, como los que usaban los primeros corredores del Tour de Francia, junto a pantalones cortos del mismo material o de algodón, que llegaban hasta la rodilla. Era un primer acercamiento hacia los maillot ceñidos de algodón o seda de décadas posteriores, aunque con un peso y transpirabilidad que dejaba mucho que desear. Otros corredores más sensibles al frío también utilizaban medias ceñidas, de algodón o lana, como las que usaban los jinetes.

Especialmente destacada era la chaqueta con la que el francés Maurice Garin ganó el primer Tour de Francia de la historia en 1903. Era de algodón, larga y de color blanco. El uso de este color no era casual y servía, como cuenta el periodista británico Chris Sidwells en su libro Maillots Ciclistas (Libros de Ruta, 2017), para que lo identificasen los espectadores y, sobre todo, para retener menos el calor y sentirse más fresco.

La popularización del ciclismo como deporte de masas fue a más en décadas posteriores. Entraron las marcas comerciales con sus patrocinios, viendo el filón y el creciente seguimiento de las carreras por la gente. De ahí que, entorno a la década de los años 10 y 20 surgieran los primeros equipos ciclistas, como La Française-Dunlop o Alcyon. Estos conjuntos fueron los primeros en proporcionar una equipación igual para todos sus corredores. Venían con publicidad del equipo bordada en un suéter de lana de manga larga, además de medias ceñidas y cortas para las piernas. Éstas últimas fueron precursoras del culotte actual.

1945 – 1980: nace la badana y se aligeran las prendas

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Los jerseys o suéters de lana siguieron siendo mayoritarios en el pelotón hasta bien entrados los años cincuenta. Su buena retención del calor era ideal para jornadas de frío o viento. Pero cuando llegaba el verano, rodar en bici con ellos podía ser una tortura. Por ello, a comienzos de los cincuenta, desde Italia llegaron los primeros maillots de seda, creados por Armando Castelli y cuya producción continuó años después su hijo Maurizio, que acabó fundando la marca Castelli en los años setenta.

La seda, un tejido mucho más ligero y transpirable que la lana, se impondría como el principal para la ropa ciclista de verano. Mientras que la lana comenzó a quedar relegada a maillots de manga larga o para entrenamientos. Pero a finales de los setenta llegaron los tejidos sintéticos, que dieron un giro radical a la fabricación de la ropa ciclista.

De piel de oveja: las primeras badanas de culotte

Paralelamente a los maillots de seda, en torno a los años 30 los ciclistas del Tour o el Giro, ante la gran cantidad de roces y heridas causados por el sillín en su entrepierna, optaron por coserse en sus pantalones un refuerzo de cuero o de piel curtida de oveja.

Eran las primeras badanas, que posteriormente darían lugar al culotte de ciclismo tal y como lo conocemos. Una solución en principio rudimentaria, que mitigaba, aunque no por completo, las tan temidas rozaduras e infecciones (forúnculos). Todo ello provocado tras varias horas sentado en el sillín. Las badanas de cuero son un invento proveniente de la competición, que se extendieron en las carreras hasta bien entrados los años setenta.

1980 – 2010: la revolución de la licra

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La popularidad del ciclismo se disparó en Europa en los años sesenta y setenta. Son las décadas de la explosión televisiva de carreras como el Tour, el Giro y las grandes clásicas. El ciclismo se convierte en un deporte de hazañas y héroes, primero con Coppi (en los cincuenta) y años después con Anquetil, Merckx o Gimondi. Y las marcas de ropa quieren vestirlos con lo último en diseños y materiales.

Las fibras sintéticas, que comenzaban a sustituir a los tejidos tradicionales como la lana o la seda, encontraron un enorme nicho de mercado en las prendas deportivas, incluidas las del ciclismo. Pero fue el elastano, una fibra especial patentada con el nombre de Lycra por la empresa química DuPont, la elegida por los principales fabricantes de ropa para vestir a los ciclistas profesionales.

Licra, el tejido del ciclismo

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Así, la ropa ciclista ajustada de licra se empezó a ver en el pelotón ya a finales de los setenta. Y desde ahí derivó a todas las ramas y niveles del ciclismo. La licra, un tejido muy ligero, elástico y transpirable, con una gran capacidad de adaptabilidad y personalización, se convirtió en la opción mayoritaria de los corredores. Ya en 1976 la marca Assos creó un culotte de licra para los ciclistas del equipo holandés Ti-Raleigh. Una auténtica revolución para esos años.

La licra ha llegado hasta nuestros días como tejido de referencia para la ropa ciclista. En los innovadores ochenta los grandes fabricantes del momento, como la propia Assos, Castelli, Santini y, a nivel español, Etxeondo, adoptaron este tejido como base de sus diseños, creando no sólo culottes o maillots. También guantes, calcetines, cintas para el pelo o manguitos con este tejido. Asimismo, gracias al elastano y el desarrollo de otros tejidos sintéticos (poliéster, nailon, etc.) fue posible tanto sustituir las molestas badanas de cuero por otras más integradas, antibacterianas y realizadas a medida. O hacer culottes con tirantes de una sola pieza, ya que años atrás se utilizaban por separado para sostener el pantalón corto.

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Precisamente, y en referencia a esta revolución de la licra, Etxeondo ha publicado recientemente una serie de artículos muy recomendables en su web sobre la evolución de la ropa ciclista desde los ochenta hasta nuestros días, con los testimonios y experiencias de los grandes ciclistas que vistieron su ropa, como Perico Delgado o Peio Ruiz Cabestany.

2010 – 2022: tejidos ultraligeros, el cicloturista manda

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Si bien la evolución y mejora de las ropa de ciclismo siempre se ha generado desde la competición al aficionado, en la última década el boom del cicloturismo ha hecho que muchas marcas ya fabriquen exclusivamente para estos últimos, atendiendo a sus necesidades y sin pasar por el beneplácito del corredor.

Actualmente, el ciclista, sea del nivel que sea, puede contar con ropa técnica adaptada a sus necesidades, más o menos ceñida, con pocos o muchos bolsillos, cremalleras integrales o culottes de diferentes espesores.

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Por otro lado, y además de la licra, maillots y culottes han alcanzado un nivel de desarrollo y especialización máximos en pocos años. Ahora la licra y el poliéster se combina en una misma prenda con otros tipos de tejido como el de rejilla, las bandas de silicona en la cintura o pliegues del culotte. O térmicos en las zonas más sensibles al frío.

También los tejidos compresivos, en culottes o calcetines, se han integrado a la perfección en el equipamiento ciclista. Ayudan a mejorar el flujo sanguíneo para un mejor rendimiento y recuperación de los músculos.

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