Si ayer hablábamos de un corredor que tiene una preciosa historia de amor con la Volta a Catalunya, hoy toca la parte contraria. El desamor, la querencia no correspondida de Chris Froome con la ronda catalana, que también es para echarle de comer aparte. Al británico siempre le pasa algo cada vez que acude a esta carrera.
Sin ir más lejos, ha estado ocho veces en la línea de salida y es de las pocas pruebas WorldTour donde ha participado con cierta regularidad y no ha logrado subir al podio. De hecho, es que no tiene ni siquiera un triunfo de etapa en la Volta. Hoy, además, se ha visto eliminado de cualquier pelea por la general con una caída a falta de 37 kilómetros para meta. ‘Froomey’ ha entrado nada menos que a 14 minutos de todos los favoritos.
Ya había ciertas dudas sobre quién sería el líder del equipo, si él o Egan Bernal. Ya están disipadas. Pero si echamos la vista atrás, podemos ver que ya le ha pasado alguna que otra cosa más. En 2017, por ejemplo, en una etapa durísima entre Tortosa y Reus, se cortó en una bajada y delante ya no pararon. Tras casi dos horas de persecución a unos dos o tres minutos, finalmente tuvieron que darlo por perdido y entró a casi media hora en meta. Iba segundo en la general, en lo que iba a ser su primer podio.
De hecho, el mejor puesto final para él ha sido el sexto de 2014. Que para un cualquiera no está mal, pero para Chris Froome no es lo que se le espera. En 2015, camino de La Molina, el anglokeniata se quedó completamente vacío de fuerzas, fundido, y acabó subiendo en el ‘autobús’ junto a los sprinters. No es, desde luego, el sitio de un vencedor del Tour.
En su favor hay que decir que siempre que va a una carrera trata de honrarla y dar el máximo, pero en la Volta la suerte le lleva dando esquinazo mucho tiempo. En principio, seguirá en carrera y tomará la salida mañana. A las órdenes de Bernal. Su ocasión de brillar aquí tendrá que esperar ya al año que viene.