Prácticamente 70 kilómetros ha tardado en formarse la escapada del día en la Vuelta. Cuando una fuga tarda tanto en hacerse, significa que el grupo que triunfe llega a meta. Y así ha sido. La prueba es que el corte definitivo estaba compuesto por nada más y menos que por 25 unidades. Incontrolable para un equipo que tratase de buscar el sprint masivo.
Y efectivamente, la escapada ha llegado. Volando prácticamente, por que se han presentado en meta con 45 minutos de adelanto sobre el horario previsto. Andrey Amador, Mikel Iturria, José Mendes o un Jonathan Lastra que ya lleva dos escapadas en cuatro etapas en línea representaban a los españoles en la fuga. Por lo demás, gente de bastante nivel capaz de materializarla hasta meta, y entre ellos un Rudy Molard que podía vestirse de rojo.
Sky no lo ha dado por perdido tampoco. Ni mucho menos. Los británicos han tratado de cerrar el hueco o, al menos, limitarlo hasta que no fuese suficiente para que Molard se pusiera de líder. Pero tras coronar el último puerto, y a la velocidad que iba la carrera, al final lo han acabado dejando por imposible. Una penalización por coger avituallamiento líquido limita las cosas, pero ahora Molard manda con un minuto sobre Kwiatkowski y el resto de favoritos.
No debería pasar del domingo. O, en cualquier caso, del fin de semana que viene. Pero todo es posible. La etapa ha sido para un Simon Clarke que sólo gana en años pares. Junto con Mollema y De Marchi -ya decíamos que era una fuga de nivel-, el australiano se ha marchado por delante a 50 de meta. Y teniendo en cuenta que la escapada se ha hecho en el 70, es como que sólo han rodado juntos hora y media. Por detrás, Villella (Astana), Molard (Groupama-FDJ) y De Tier. Los tres de delante se han empezado a mirar y casi llegan más invitados a la fiesta. Al final les ha valido para disputársela con victoria para este abnegado gregario de Rigoberto Urán.
La Vuelta entra ahora en otra fase: tres días consecutivos donde sólo el viento podría evitar el sprint. Hora de los velocistas.