Se ha ganado un sitio en el ‘ocho’ ideal de Solobici por derecho propio. Cinco victorias y otros cinco podios alumbran su mejor campaña como profesional. La gloria le ha llegado en plena madurez, a los 34 años, pero de qué manera. Nunca es tarde si la dicha es buena. La Lieja-Bastoña-Lieja, primer monumento de su carrera, fue el punto álgido en la temporada de Jakob Fuglsang, el danés volador.
Antaño gregario de los hermanos Andy y Franck Schleck durante su etapa en el Saxo Bank (luego Leopard y Radioshack), desde 2013 es un fiel soldado del escuadrón de Astana. En la corte de Vinokourov creció a la sombra de Vincenzo Nibali y pasó desapercibido ante las explosiones de Fabio Aru, primero, y Miguel Ángel López, después, siempre como un gregario de lujo, un hombre capaz de rematar, pero que le faltaba algo en las grandes citas.
Frío y de combustión lenta, en 2019 ha terminado por explotar con una temporada impecable, sobre todo en su parte inicial, de febrero hasta abril. En 25 días de competición acabó 14 en el top 10, ocho en el podio y tres en el cajón más alto: conquistó la general de la Vuelta a Andalucía, la etapa reina de la Tirreno-Adriático y la citada Lieja.
A su triunfo en Andalucía hay que sumar el podio en la Tirreno (3º), el 4º puesto en la Vuelta al País Vasco como gregario de Ion Izagirre y el 6º en la Vuelta a Murcia. A esas condiciones de vueltómano para pruebas de una semana añadió un insospechado rendimiento en las grandes clásicas del calendario. Fue el único capaz de luchar de tú a tú contra un Julian Alaphilippe desatado.
El danés volador retó al francés saltarín en la Strade Bianche (2º), la Amstel Gold Race (3º) y la Flecha Valona (2º) antes de lograr el gran triunfo de su carrera en la Lieja, con un ataque en solitario y una cabalgada de clase y poderío. Fuglsang se coronó en la primavera y apuntó su siguiente gran objetivo: el Tour. De camino dominó el Critérium del Dauphiné, el segundo de su carrera.
Llegó a julio con la vitola de favorito, pero en la primera etapa se fue al suelo y cruzó la meta malherido y con tiempo perdido. Nunca se recuperó y terminó por abandonar en la 16ª etapa. Tras un descanso regresó en la Vuelta, pero no para ganar, sino para ayudar a López, de pasó inscribir su nombre en la inédita cima de La Cubilla y acabar 13º en la general. Competitivo hasta el final estuvo con los mejores en el lluvioso Mundial de Yorkshire (12º) que ganó su compatriota Mads Pedersen y acarició otro podio en Lombardia (4º).
En su último año de contrato, Fuglsang era una de las cartas más codiciadas en el mercado. Fiel a sus colores, en agosto despejó las dudas y firmó su renovación por dos temporadas más con Astana pese a reconocer el interés y los contactos con Movistar Team. En 2020 seguirá de azul cielo y repetirá su apuesta por las clásicas antes de centrarse en su próximo gran objetivo: el oro olímpico en los Juegos de Tokio.
Los ocho mejores de 2019: Ewan, el rey del sprint (I) / Van der Poel, un talento de otro planeta (II) / Fuglsang, el danés volador (III) / Carapaz, la inesperada maglia rosa (IV) / Alaphilippe, el ciclista total (V) / El fenómeno Bernal (VI) / Roglič, el hombre de hielo (VII) / Van Vleuten, la reina de la épica (VIII)