Olvida todo lo que hayas visto o vivido en una carrera. La Migration Gravel Race va más allá de la competición, se trata de una experiencia de vida para entrar en contacto con la naturaleza más salvaje y descubrir el corazón de África como nunca. Nadie vuelve a ser el mismo después de completar la MGR.
Por Jorge Padrones. Fotografías: GravelEarthSeries – Oriol Oficial
Para ponernos en situación, la Migration Gravel Race es una prueba de gravel por etapas disputada en Kenia, en concreto en el parque nacional del Masái Mara, y es calificada por los organizadores como «la carrera más salvaje del mundo», haciendo referencia a los numerosos encuentros con animales salvajes, pero también podemos apreciar un guiño a su dureza y distancia, algo que también la hizo salvaje.
Esta carrera forma parte de las Gravel the Earth Series, un circuito de carreras de gravel alrededor del mundo que nacen con la intención de crear una liga de carreras con una gran final en septiembre.
Acreditar tu valía
Nuestra ‘competición’, no obstante, comenzó meses antes. No es una carrera al uso en la que te puedas inscribir, pagar e ir el día de la salida. Hay que enviar una solicitud en la que debemos dejar constancia de nuestros logros e historial para que la organización decida si estamos preparados para esta aventura e inscribirnos una vez nos hayan aceptado. Con la aprobación de la organización comienza todo el proceso de preparación y entrenamiento para una prueba tan dura, donde la tasa de abandono es cercana al 50%.
Una vez llegados a Nairobi afrontamos un viaje de algo más de 5 horas para llegar al primer campamento de donde partiremos para nuestro particular viaje en gravel alrededor del mítico parque del Masái Mara, territorio de la tribu Masái ataviados con sus pintorescas mantas. Además, este parque nacional acoge a los conocidos como ‘los 5 grandes de África’: el rinoceronte blanco, el león, el elefante africano, el búfalo y el leopardo.
Ya en Nairobi, apenas nos queda tiempo para una comida en el campamento, montar las bicis, el registro y un pequeño social ride de 10 km para comrpobar que todo funcionaba en la bici y para la toma de contacto con el terreno. Una ruta que aquí los veteranos llaman Shake up ride, algo así como agitar antes de usar. Comenzamos por una lista muy rota y pedregosa, giro a la derecha y… elefantes a unos metros del camino, cebras y bisontes y algunos impalas. Nos cuesta creer que estemos en nuestras bicis de gravel en semejante entorno.
Primera etapa, velocidad de crucero
Salimos a las 7 de la mañana en la primera etapa, de 144 km y 1.500 metros de desnivel en lo que fue una etapa muy rápida. Como referencia, los primeros clasificados firmaron 35 km/h de media y, si algo quedó claro, es que nadie había venido a pasearse, la salida y el ritmo de carrera era endiablado y con ‘figuras’ en el pelotón como Lukas Baum, ganador de la Cape Epic 2022 y segundo en la edición de 2023, Lachlan Morton o Luis Ángel Maté, entre otros.
Los favoritos nos regalaron una bonita pugna, aunque el objetivo para la mayoría de nosotros era, sencillamente, terminar. En esta etapa era tentador vaciarse y rodar muy rápido, pero la mejor estrategia fue ser conservador ante lo que teníamos por delante.
Llegamos al segundo campamento donde nos esperaban bebidas y comida y la tribu Masái en la línea de meta dándonos la bienvenida. Los propios Masái, por la tarde, nos hicieron una demostración de su cultura antes del briefing y la cena, que nos dejó preparados para descansar ante el gran día, la etapa reina con sus más de 170 km y 3.000 metros de desnivel.
Etapa reina
Salida rápida de nuevo en este día 2, esta vez a las 6.30 de la mañana, pedaleando con las primeras luces del día. A partir del km 40 empezamos a subir durante unos 20 km un larguísimo puerto que nos lleva a 3.000 metros de altitud, para entrar en un bucle de senderos alucinantes, tanto de subida como de bajada, atravesando una jungla de vegetación con mucho flow y perfecto para nuestras bicis de gravel. Aunque los metros de desnivel y el cansancio se iban acumulando, la belleza era grandiosa.
Agradecimos los últimos km de transición por pistas hasta el nuevo campamento para relajar un poco la musculatura. El alojamiento se hace en tiendas de campaña en los distintos campamentos y las condiciones son ‘espartanas’, con baños/tienda tipo letrina y duchas con un cubo de agua caliente colgado que hace perfectamente su función.
Hay que reflejar que no resulta fácil organizar un evento de este tipo y de esta envergadura, en medio de este entorno y que, con el precio que se paga (1.300 € no incluye los vuelos), es difícil obtener mucho más ya sólo por la complejidad logística que entraña la zona. Los beneficios obtenidos por las inscripciones se destinan a la financiación del Team Amani de gravel (que, a su vez, cuenta con sus propias iniciativas solidarias) y a la construcción de un centro de tecnificación en Kenia.
Es una carrera para aventureros donde las condiciones de descanso y de confort no son las óptimas y hay que estar abierto a algún retraso con la comida o con el traslado del equipaje desde el campamento anterior.
La gran migración
Ya habíamos pasado el ecuador de la prueba y mentalmente todo parece más fácil, sobre todo cuando ya has pasado la dureza de la etapa reina, pero aún nos quedaban otros dos monstruos por delante. La tercera etapa eran nada menos que 160 kilómetros, que se hicieron muy duros debido al terreno embarrado que habían dejado las lluvias de la noche, obligándonos a caminar en algunos puntos.
A pesar de que el trazado tenía más desnivel negativo que positivo, el terreno no nos concedió ni un respiro por la dureza del caudal de los ríos a atravesar.
En esta etapa pudimos ver parte del fenómeno que da nombre a la carrera, la gran migración, que sucede cada año entre el Serengueti y el Masái Mara. Tuvimos la suerte de contemplar en las colinas cómo grandes manadas de ñus y cebras se cruzaban por el camino por el que teníamos que pasar. En estos pasos la carrera lleva un helicóptero que ahuyenta a la fauna salvaje haciendo seguro el paso de los corredores.
Tan solo nos quedaba la última etapa, con las fuerzas ya muy justas para todos, los de cabeza por la rapidez rodada en los últimos días y los de cola por el número de horas sobre la bici. Había participantes que necesitaban las 12 horas establecidas como límite de etapa cada día.
Traca final
Todos sabemos que en este tipo de pruebas la última etapa no es un paseo como en las grandes vueltas, pero es que en la Migration Gravel Race le han dado una vuelta de tuerca a aprovechar el último día haciendo una etapa de 190 kilómetros, cuando nos quedaba ya lo justo en las piernas y en el cuerpo.
Como cada día, salida rápida por uno de los terrenos más pedregosos de la carrera, que llevó al límite nuestras bicicletas de gravel, haciendo muy duro el comienzo, hasta cruzar el corazón de Masái Mara. Cuarenta kilómetros que atravesaban la parte central del parque y donde todo cobraba sentido, pudimos ver multitud de animales salvajes.
Es una sensación indescriptible ir con tu bici por una pista del parque nacional mientras pedaleas junto a cebras, jirafas, impalas o búfalos, sin vallas ni protección, formando parte de ese paisaje que tantas veces hemos visto en documentales de la sabana africana, momentos que, sin lugar a dudas, emocionan.
Hubo compañeros que tuvieron que parar para dar paso a una familia de elefantes o de jirafas y yo mismo pude ver un hipopótamo por las calles de un pueblo así como cruzar una familia de jirafas por delante en una subida. Puedo intentar plasmar en palabras lo que se siente, pero son experiencias que sólo se pueden comprender viviéndolas.
Un terreno muy rodador nos llevó al final de nuestro particular viaje alrededor del Masái Mara volviendo al campamento desde el que comenzamos, pero no sin esfuerzo, tras 190 kilómetros, sintiendo una alegría desbordante, aunque sin ser capaz de asimilar todo lo vivido.
Ceremonia final
Por la tarde tuvimos tiempo para la entrega de premios, que fue también muy original. Una ceremonia Masái donde los premiados y los participantes tuvimos que pasar por un túnel humano formado por los Masáis mientras recitaban sus cánticos para que nos impusieran el cinturón Masái que atestigua nuestro paso por esta carrera.
La mañana siguiente la organización nos tenía preparada una sorpresa antes de partir de vuelta hacia Nairobi, un Safari auténtico en el que pudimos ver desde leopardos hasta leones, aunque, a decir verdad, nada impresiona más que ver la vida salvaje mientras montas en tu bici.
El día que comenzaba la carrera, uno de sus fundadores, Mikel, nos dijo que al final de esta carrera seríamos personas diferentes, que nos marcaría. Tenía razón. Las sonrisas de todas las personas que nos encontramos durante la prueba, y las carreras de los niños para seguirnos unos metros nos acompañarán siempre. Lo segundo que nos dijo es que en esta carrera siempre tienes que esperar lo inesperable. También tenía razón.
En palabras de los protagonistas
Hemos tenido el privilegio de contar con las impresiones in situ de dos de los mejores corredores que ha tenido la Migration Gravel Race en esta edición de 2023.
Lukas Baum
Fui a la carrera sin pensamientos ni ideas prefabricadas, escuché que era una carrera por etapas en Kenia. Mi experiencia hasta ahora en África fue solo en Sudáfrica y me gustó la gente y el ambiente, también me gusta correr en el calor e iba a ser una carrera en altura.
Rápidamente vi que Kenia es un mundo diferente si lo comparas con Europa o Sudáfrica, resultó ser una carrera súper dura para el cuerpo y el material, al límite de lo que puedes hacer con una bicicleta de gravel. He disfrutado mucho la carrera, corriendo con Lachlan casi todo el tiempo. Además, correr este tipo de pruebas abre tu mente viendo con lo poco que la gente puede ser feliz. Fue increíble ver a la gente en medio de la nada sonriéndote y saludándote con una sonrisa 100% honesta, algo que no puedes decir que obtienes en Europa. Te hace reconsiderar tus valores en la vida y lo pequeños que son nuestros problemas.
Kenia es hermosa, la naturaleza es grandiosa hasta donde alcanza la vista. Puedes ver elefantes, jirafas y otros animales salvajes mientras corres. Me impresionó lo bien que lo hizo la organización al crear una carrera para 200 personas en medio de la nada. Definitivamente es un evento que debes marcar en tu calendario si quieres experimentar el continente africano.
Luis Ángel Maté
Ha sido una experiencia muy bonita en líneas generales. Una carrera diferente que más que una carrera es una experiencia con unas condiciones muy particulares, muy diferentes a lo que he venido haciendo toda mi carrera profesional. Las condiciones han sido duras y hay muchos aspectos que mejorar como el descanso, la comida… La ducha se hacía con un caldero, aunque al final sabes que vas a un sitio diferente y no es una carrera normal.
Me quedo con todo lo que te da el continente africano, desde que pones el pie allí, una energía especial, sus ganas de vivir, los paisajes, la vida salvaje, el respeto que tienen por su entorno y por el medio ambiente. Algo de lo que deberíamos aprender los que vivimos en el mal llamado primer mundo. En definitiva, una experiencia que está en sintonía con lo que yo busco ahora. Para competir ya tengo las carreras del World Tour, y en este tipo de pruebas busco aventura, convivencia y volver a los orígenes del ciclismo, de donde todo nace, y creo que está bien en un ciclismo tan tecnificado reivindicar este tipo de pruebas.
Migration Gravel Race / ficha técnica
Modalidad | Gravel |
Etapas | 4 |
Distancia | 656 km |
Duración aprox | 27 horas |
Desnivel positivo | 7.210 m |