Polémica y espectáculo de la mano en la París-Tours
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Polémica y espectáculo de la mano en la París-Tours

Mientras se estaba desarrollando esta renovada versión de la París-Tours, en el horario normal de cualquier carrera ciclista -han terminado con algo de adelanto pese a que se ha salido un poco tarde gracias al viento favorable-, el aficionado podía pensar que el cambio ha sido para mejor. Siete cotas, ocho tramos de tierra -para un total de 12,5 kilómetros- y un espectáculo de primer orden.

De hecho, los principales nombres de la prueba esta vez no han sido sprinters -tal vez se esté llegando a un punto de ‘marginación’ con los velocistas que va a empezar a necesitar reflexión pronto-, sino los típicos clasicómanos de primavera. Olivier Naesen, Terpstra, Vanmarcke, Gilbert…

Y el joven danés Soren Kragh Andersen. El ciclista del Sunweb que se ha llevado la victoria y ha sido el más listo, porque ha salido a un ataque de Terpstra. Se ha colocado junto a él, se ha entendido y cuando ha entrado Benoit Cosnefroy ha sabido esperar su oportunidad. Ha sido al final de la última cota, mientras los otros dos respiraban un poco. Terpstra y Cosnefroy no se han hecho precisamente amigos, y menos aún cuando Kragh ya se había ido por delante, porque no han colaborado en ningún momento.

Pero, acabada la carrera, llegaba la polémica. Empezaban a aflorar las quejas por el recorrido que se había sacado la organización de la manga. Hasta el punto de que alguien que lleva un par de años en esto, y que además ha dirigido a un equipo ganador en alguna que otra clásica como Patrick Lefevere ha elevado el tono por redes sociales. Con estas palabras: «Esta es la última vez que el Quick Step correrá esta carrera, incluso aunque ganemos. Nada que ver con el ciclismo de carretera».

Es verdad que Lefevere está ya de vuelta de todo y no se muerde la lengua, pero que en vísperas de la presentación de un nuevo patrocinador haya ‘soltado’ esto es como para pensar que desde luego el trazado no ha sido de su agrado. Más políticamente correcto y educado ha sido Arnaud Démare: «Es un recorrido muy bonito, y seguramente espectacular en la tele, pero prefería el de las ediciones anteriores que tenía todas esas cualidades y daba el mismo espectáculo. Nuestro material no está preparado para estos caminos de viñas, donde los corredores explotaban como uvas», decía el francés.

Y otro peso pesado del pelotón como Thomas De Gendt se expresaba en una línea parecida, aunque tirando de ironía hablaba de una ‘copa de gravel’: «No me gusta esta tendencia de las carreras por tierra. Pero entiendo que a otros corredores sí. Por qué no ponerlos en una clasificación distinta. Ha nacido la ‘Gravel Cup’.

Lo dicho: nunca llueve a gusto de todos, y en este caso se ve que tampoco. Ahora veremos si la París-Tours mantiene su apuesta o, por el contrario, da marcha atrás y vuelve a ser la carrera de todos estos años atrás. Quedan 364 días para saberlo.

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