¿Qué fue de la horquilla RockShox RS1?

¿Qué fue de la horquilla RockShox RS1?

La llamativa horquilla RockShox RS1 de botellas invertidas pasó, en poco tiempo, de estar presente en todos los montajes de alta gama y las parrillas de salida a desaparecer del catálogo de la firma. ¿Qué pasó con la RS1? ¿Por qué no cuajó?

En abril de 2014 los aficionados al Cross Country paladeaban con el lanzamiento de la nueva horquilla RockShox RS1. Tras una potente campaña de marketing desde SRAM, al fin estaba disponible a la venta una horquilla muy particular, que además recuperaba el nombre de la primera suspensión delantera producida por RockShox.

A pesar de heredar esta nomenclatura, ambas RS1 tenían muy poco en común. El nuevo modelo poseía una característica que la hacía única, especial, y era su diseño de botellas invertidas. Una apuesta que no era nueva en el ciclismo de montaña y que pronto provocó cierto escepticismo, puesto que, a excepción de la Lefty, otras firmas habían intentado algo parecido incluso en disciplinas más radicales con resultados infructuosos.

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Como ha sucedido con otros componentes y accesorios de ciclismo, su éxito previo en el ámbito del motociclismo era un buen aval para garantizar la eficacia de la horquilla RockShox RS1. Y SRAM puso la maquinaria a trabajar.

Los principales atletas esponsorizados por RockShox coparon la parrilla de salida de las pruebas más importantes del mundo luciendo la nueva y llamativa suspensión delantera invertida y, al mismo tiempo, comenzaban a presentarse los modelos tope de gama de cada marca con la RS1 como argumento estrella.

Como decíamos, en abril de 2014 se dio el pistoletazo de salida y la RS1 corrió como la pólvora. Con tantos admiradores como detractores, esta horquilla se convirtió rápidamente en el epicentro de todas las conversaciones y en un objeto de deseo para los bikers que buscaban la máxima exclusividad.

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Pura deportividad

Su lanzamiento fue toda una declaración de intenciones. Únicamente disponible para ruedas de 29 pulgadas y con 100 mm de recorrido. Aunque se podría configurar con 80 y 120 mm, su radio de acción era el Cross Country de competición.

Dado su éxito entre montajes oem (de serie), pronto vieron a la luz versiones aptas para 27,5 pulgadas y alternativas de diseño más personalizadas que completaban al color negro (mate o brillo) inicial. Así, la horquilla RockShox RS1 podía verse en caminos y carreras en color blanco o negro y con los logos de la firma en diferentes combinaciones.

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Sus cualidades eran múltiples. Desde un paso de rueda muy superior al de cualquier otra propuesta, debido a la inexistencia de un puente de unión entre las barras, hasta un tacto extremadamente suave dado por la propia estructura y por la mejor lubricación de las barras.

RockShox desarrolló además un cartucho hidráulico para la ocasión, el Accelerator Damper, que facilitaba el trabajo del aire y el aceite y permitía un bloqueo muy eficaz. El mando de bloqueo XLoc, de accionamiento hidráulico, fue una las innovaciones más aplaudidas de la RS1.

En cuanto a su estructura, tanto las botellas como el tubo de la dirección cónico estaban configurados en fibra de carbono. Las barras, de aluminio, proporcionaban una anchura de 32 mm y, como decíamos, con 80, 100 o 120 mm de recorrido.

El peso del conjunto se detenía en unos decentes, aunque no sobresalientes, 1.666 gramos. Todo parecía ir sobre ruedas para la horquilla RockShox RS1 (perdón por el chiste malo). Entonces, ¿qué pudo salir mal?

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Sombras crecientes

A pesar de su colección de beneficios, la horquilla RockShox RS1 también arrastraba una serie de desventajas que terminaron imponiéndose. La más decisiva aludía a la rigidez, el gran talón de Aquiles de cuantas propuestas de horquilla invertida han existido en el Mountain Bike.

La propia falta de un puente entre las barras y la distancia entre el eje de la horquilla y la unión entre las barras suponía una pérdida de rigidez lateral frente a las propuestas convencionales. Desde RockShox fueron conscientes de esta traba desde el inicio y para mitigarlo desarrollaron un buje propio, bautizado como Predictive Steering.

Este buje, combinaba un eje pasante de 15x110 mm (una especie de germen del eje Boost) con un eje sólido superior (Torque Tube) de nada menos que 27 mm. Una cifra suficiente según RockShox para convertir a la RS1 en una referencia en rigidez.

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Más allá de las dudas constantes en cuanto a la eficacia de este propósito, el principal problema es que la horquilla sólo era compatible con este buje, que se podía adquirir por separado o con ruedas SRAM específicas. Cuando hablamos de un componente destinado al XC de alta gama, se hacía muy complicada la combinación de la horquilla RockShox RS1 con otros juegos de ruedas o bien con el deseo de montarla en bicicletas anteriores a este lanzamiento.

Aunque puede tratarse de un problema menor, las botellas eran fijas pero las barras giraban sobre su propio eje al ser las piezas que amortiguaban los impactos. La maniobra de quitar y poner la rueda podía llegar a ser un verdadero engorro hasta conseguir alinear ambos orificios e introducir el eje.

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Por último, aunque no menos importante, estaba el problema del precio. Si hemos repetido varias veces el término exclusividad es también por el precio de la RS1. En su lanzamiento, el precio de la horquilla era de 1.658 euros, a los que había que sumar 211 euros más por el buje Predictive Steering y 42 euros por el eje pasante. Actualmente estamos más acostumbrados a ver horquillas de precios elevados, pero en aquella época, lo casi 2.000 euros de la RS1 era una cifra desorbitada.

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La competencia y el enemigo en casa

Poco después del empuje inicial, el boom de la RS1 comenzó a diluirse. Varios ciclistas profesionales dejaron de usarla de forma voluntaria, lo que empezó a disparar las voces de alarma.

Un año después de su lanzamiento, Fox presentó la primera versión Step Cast de su popular horquilla Fox 32, con el particular escalón en la parte inferior de las botellas. Además de su llamativo color naranja, esta horquilla solventaba todos y cada uno de los problemas que podía presentar su rival de RockShox.

Era más ligera (1,32 Kg), más fácil de usar, más versátil (no requería de un buje específico) y su precio era inferior en todas las versiones, incluso la que incluía gestión electrónica del bloqueo.

Ante tal amenaza, RockShox tomo la decisión de, en lugar de desarrollar una nueva versión de la RS1 mejorada para hacer frente a su rival, relanzar una nueva serie de la SID, la gran horquilla de competición para Cross Country de la firma norteamericana.

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La nueva RockShox SID se presentó con un precio mucho más acotado de 1.255 o 1.336 euros, un peso más competitivo de 1.366 gramos en su configuración más ligera, compatibilidad con ruedas de 29 y 27,5 pulgadas así como las pujantes 27,5 Plus y la independencia de un buje específico.

De nuevo, RockShox puso su maquinaria de márketing a pleno rendimiento y la SID, en un llamativo color azul celeste, se convirtió en el centro de todas las miradas en la cita olímpica de MTB en Rio de Janeiro 2016.

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Poco a poco la presencia de la horquilla RockShox RS1 disminuyó entre las bicis de los profesionales, los montajes de serie y, como consecuencia, en las bicicletas de los aficionados de todo el mundo.

El resto de propuestas adelantaron a la RS1 en peso y rigidez, pero ninguna de ellas la superó en sensibilidad en el tacto y diseño original. Actualmente, se recuerda como un proyecto relativamente fallido, aunque nadie duda del atractivo estético de aquellos modelos equipados con una RS1 y del curioso ‘boom’ que acompañó a su lanzamiento.

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