Hace sólo unos días recogíamos aquí la noticia que adelantaba Cyclingnews sobre un acuerdo tácito entre ASO y UCI para dejar el World Tour con 18 equipos en la temporada 2017. Pues bien, ayer mismo la propia organización internacional del ciclismo hizo oficial no ya el acuerdo, sino un avance de la reforma de la Primera División de nuestro deporte. Otra reforma más, sí. La enésima en pocos años. Y es que las luchas de poder son una constante desde hace mucho en el ciclismo. La UCI, ASO, los equipos, los organizadores… veamos quién sale ganando y perdiendo con esta nueva reforma, aprobada ayer en el Consejo del Ciclismo Profesional en Ginebra.
En primer lugar hay que dejar claro que sólo es eso, un avance. La reforma completa se publicará a comienzos de diciembre. Allí veremos realmente su calado, aunque todo indica que se trata de una nueva batería de medidas para tratar de quedar bien con todos y no contentar realmente a nadie. En cualquier caso, no sólo se confirma que en 2017 habrá 18 equipos WT: también que las licencias se otorgarán por período de dos años. Para obtenerlas, deberán pasar antes el dictamen de la Comisión de Licencias.
Pero hay más aspectos. El sistema de ascensos y descensos, que tanto convenía y gustaba a ASO, se va a quedar por el momento en suspenso. Por ahora, para 2019 se prevé una reducción a 17 equipos y en 2020 se quedaría en 16, número que ya sería totalmente estable de cara a los años posteriores. Lo mismo que se aprobó el año pasado –tras plante serio de ASO-, pero dos años más tarde. Una especie de moratoria.
Carreras de primera y de segunda
Otro asunto de actualidad, y desde luego que no es una cuestión menor, es la decisión tomada este verano por la UCI de aumentar el World Tour en 10 carreras. Entran la Cadel Evans Ocean Race, el Tour de Qatar, Omloop Het Nieuwsblad, Dwars door Vlaanderen, Strade Bianche, Turquía, GP Frankfurt, Tour de California, Abu Dhabi, Prudential Ride London… una combinación de pruebas históricas en Europa y otras en mercados emergentes. Para terminar de enmendarlo, ayer se anunció la creación del Tour de Guangxi, en China. Sus organizadores, que no son otros que la multinacional Wanda, hablaron ya de su inclusión en el World Tour. Después, VeloNews informaba de que ese acuerdo todavía no estaba cerrado. Piense el lector en la combinación de factores: un país como China volviendo al World Tour tras haber perdido el Tour de Pekín, una empresa como Wanda respaldando la prueba, la ‘debilidad’ de la UCI por los nuevos mercados… Dinero, al final de todo.
Pero el asunto va más allá. Todas estas pruebas de nuevo cuño en la categoría –no de creación, pues algunas sí son históricas como la Omloop Het Nieuwsblad- han recibido un registro inicial de tres años, es decir, hasta 2019. En teoría, todos contentos, pero las cosas no son siempre tan idílicas. La noticia de este incremento no fue bien recibida por los equipos. Marc Madiot, patrón de la FDJ, afirmó en su día que para afrontar tal calendario le harían falta “al menos, 40 corredores”. Por tanto, el tablero cambia. Organizadores contentos, equipos en pie de guerra y con amenaza de mandar todo el tinglado ante el TAS.
Lo cierto es que hay semanas en las que coincidirán hasta tres pruebas WT el mismo día, y hay equipos que prefieren no gastar sus plantillas en viajes a lugares que ni son relevantes para su patrocinador, ni tienen prestigio deportivo. ¿La solución? El Consejo decidió en Ginebra que estas nuevas carreras no serán obligatorias. Todos los equipos deberán ser invitados, pero su presencia será voluntaria. O sea, carreras de primera y de segunda.
Y eso nos retrotrae a una primigenia reforma del World Tour, esbozada allá por 2013 en las fechas del cambio entre McQuaid y Cookson en el cargo: una Primera División A y otra B, cada una con unas carreras diferenciadas. El asunto entonces era distinto, porque proponía meter más equipos en el World Tour y dividirlo en dos ligas, y una serie de modificaciones más que ahora no vienen a cuento y liarían más al lector. Pero la consecuencia es que, ahora, los que no terminan de estar muy felices con esto son los organizadores de estas pruebas. Que tienen que pagar más en premios, mayor gasto para reunir los criterios de la UCI, más tasas para inscripción, más fijo a los equipos… y no tendrá los beneficios de participación.
Ni los equipos Continentales, que tenían en las pruebas HC un salvoconducto para medirse con los mejores del mundo y dar empaque a sus proyectos, y con el cambio de categoría de muchas carreras no saben qué ocurrirá con su participación en ellas. Es el caso del nutrido pelotón continental de Estados Unidos, que puede quedarse fuera del Tour de California. De momento, sobre ellos no se sabe nada.
Los puntos, otra disputa
La batalla por los puntos es otra disputa curiosa. Después de la carrera alocada hacia delante que emprendieron varios equipos –mención especial a Bahrain-Merida– en el mercado que ahora da sus últimos coletazos, resulta que todo ha sido para nada. Sin duda, lo bien que se llevan ASO y el equipo Dimension Data ha influido para salvar a los africanos, al menos durante dos años. En cualquier caso, la UCI también ha preferido cubrirse las espaldas y establecer un criterio para evitar posibles comparecencias ante el TAS.

Aunque nada de esto aparece en el documento hecho público por la UCI, en Cyclingnews apuntan, de fuentes que describen como fiables, que los corredores que cambien de equipo con efecto inmediato a mitad de temporada repartirán sus puntos, dejando en el primer equipo los que consiguió en sus filas y sumando para el nuevo los que logre desde el día del cambio.
Estos son los principales puntos de una reforma que se conocerá a fondo en unas semanas, y que en el ciclismo femenino por ahora sólo toca la distancia de las carreras, aumentándolas hasta 160 kilómetros de máximo y 140 de distancia media en pruebas WT. Los cambios definitivos los conoceremos el 6 de diciembre. Se supone.