RADIOGRAFÍA DE LAS FAT BIKES

RADIOGRAFÍA DE LAS FAT BIKES

El fenómeno fat bikes ya está aquí, entre nosotros, en los catálogos de las marcas y en boca de los usuarios. Pero ¿qué es una fat bike? Hemos querido radiografiarlas, trocearlas y diseccionarlas para hallar sus características principales, sus diferencias con una MTB convencional, y probarlas en las increíbles playas de Menorca o en los tramos más rotos, por los que hasta el momento no se nos hubiera ocurrido transitar.

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Las fat bikes son bicis diferentes, simples, robustas, vigorosas y sobre todo con unas ruedas que condicionan todo el diseño del cuadro. Partiendo de la base de una MTB se desarrolla para respetar en todo momento un paso de rueda aproximado de 135 mm tanto en la horquilla delantera como en el paso por la vainas traseras. Ello permite dar cabida a unas ruedas enormes que oscilan generalmente entre las 3,8” y las 5”, lo que viene a ser el equivalente a neumáticos de entre 9 y 12 cm de ancho, además de su enorme balón. 

El origen de estas bicis está indisolublemente unido a la nieve, a los parajes helados y laderas nevadas. Pero con el paso del tiempo y sus inherentes características de rodar por terrenos que para la mayoría de las bicicletas no serían ciclables han ido proliferando en zonas desérticas como Nuevo México, las playas kilométricas de las costa californiana o incluso las dunas de la Titan Desert.

Evidentemente, con la evolución que han experimentado con materiales más livianos y sobre todo con la incorporación de las suspensiones, han ampliado su radio de acción para dejarse ver hasta en pruebas de enduro, puesto que su gran versatilidad, tracción y flotabilidad de las ruedas permiten rutear por senderos y caminos de nuestro entorno cotidiano por los que antes de la aparición de las fat bikes era difícil o imposible transitar.

El perfil de usuario es variopinto. Le va como anillo al dedo a los amantes del MTB que con la llegada del invierno y la nieve aparcaban la bici. O bien para aquellos a los que por la orografía árida y pedregosa de su zona les permite empatizar mejor con el terreno ingrato que les rodea.

Para los aventureros que deciden adentrarse por los terrenos más inhóspitos, valga el caso de Juan Sin Miedo en su hazaña por llegar al Polo Sur. Las características de las fat bikes tuvieron gran parte de responsabilidad en que la expedición fuera un éxito gracias, entre otras, a la tracción, flotabilidad, estabilidad y capacidad de carga de estos monstruos de las nieves.

Otro perfil es el amante de las nuevas sensaciones, de las novedades, de estar a la última, del fuera de trazada, el amante de lo alternativo y que decide que las fat bikes proyectan todo lo que él demanda de una bici que hasta ahora no había aparecido en el mercado.

Sus neumáticos son la seña de identidad principal de las fat bikes y además condiciona la fabricación del cuadro.

Es difícil establecer una medida, un estándar a partir del cual podamos catalogar una bici de fat bikes, pero contrastando las diferentes especificaciones de todas las fat bikes que se pueden adquirir en nuestro país, podemos constatar que la mayoría de las marcas apuestan por ruedas de 26” de diámetro con neumáticos comprendidos entre los 3.8” que emplea la Trek Farley y los bestiales 4.7” que monta de serie la Rocky Mountain Blizzard, por poner un ejemplo.

Ambos han tenido que ser rediseñados para encajar las ruedas de las poderosas fat bikes. Su misión: dejar un paso de rueda de unos 135 mm tanto en la horquilla como en las vainas traseras, como bien podéis apreciar en la imagen. La verdad es que la diferencia de milímetros entre ambos cierres es más que plausible y muy visual. Y es que en la parte posterior de estas bicis se trabaja constantemente para dar cabida a tan grandes ruedas. De hecho, marcas como Canyon, en su reciente apuesta por las bicis de ruedas gordas, han desarrollado un sistema de punteras traseras ajustables para poder montar cubiertas que oscilen entre las 4.0” y las 4.8”.

Como es evidente, todas las vainas traseras, cierres y tirantes de las fat bikes están más reforzadas para combatir con efectividad la mayor torsión y flexiones que generan estas grandes ruedas.

Inicialmente, las primeras Fatty solían montar horquillas rígidas, principalmente de acero, pero debido a la constante evolución y demanda, han evolucionado hasta horquillas de materiales más livianos como el carbono. Pensad que las primeras unidades eran bicis que priorizaban la robustez y la fiabilidad por encima de las prestaciones.

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Todo ello hasta que RockShox decidió apostar por este nuevo fenómeno y crear la novedosa horquilla Bluto específica para fat bikes de 26”, de diferentes recorridos (80, 100 y 120 mm) y que acepta ruedas de hasta 4.8” de sección. Evidentemente cuenta con un eje pasante sobredimensionado, concretamente de 15 x 150 mm, para otorgar una mayor rigidez y compensar así la mayor torsión que generan estas monstruosas ruedas.

El desarrollo de una fat bikes, por encima de lo que a priori pudiese parecer, es bastante similar a la de una MTB convencional pero con algunos matices. Existen fats con triple, doble o monoplato, pero su desarrollo se ve condicionado en gran parte por el incremento de peso.

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Lo más habitual a estas alturas de la película es la de montarlas con doble plato y con platos no excesivamente grandes, no superiores al 36 en bielas dobles o al 30 en las de un solo plato. Esto es debido a la poca aceleración de estas bicis, por lo que el usuario requiere de un desarrollo más llevable para arrastrar ese peso extra y jugar con eficiencia con la gran tracción y grip de las ruedas por terrenos complejos.

La otra gran razón es que con ese plus de peso es más difícil poder montar un solo plato para arrastrar un bici que, por ejemplo en caso de la Scott Big Ed, sobrepasa los 15 kg de peso.

Una de las medidas que a priori genera más controversia, puesto que para dar cabida a tan anchas ruedas, deben fabricarse pedalieres más anchos que afectan directamente a un mayor factor Q, que es la distancia que hay entre nuestras piernas al pedalear, concretamente viene determinada por la separación de las crestas ilíacas de nuestra pelvis. Por ello, biomecánicamente hablando, la separación de nuestras piernas es más abierta que en pedalieres más compactos de las MTB; es una de las primeras sensaciones que apreciamos al pedalear.

Otro aspecto importante derivado del factor Q y en consecuencia del pedalier es evitar que al pedalear rocemos con las poderosas vainas traseras. Estad atentos, pues, a este aspecto al montar monoplatos, y dejad siempre el espacio suficiente y necesario, especialmente si tenemos una marcada rotación de nuestras rodillas.

Es una suma total de los elementos. Pensad que una sola cubierta de una fat bikes pesa en torno a los 1.300 g, a eso le hemos de sumar unas llantas agujereadas, como son algunas ruedas de trial (precisamente para ahorrar algo de peso), con unos radios generalmente más poblados, para otorgar rigidez, un cuadro más reforzado con vainas, tirantes y pedalieres más grandes, etc... Todo ello acaba computando en un mayor peso.

No obstante, con la buena acogida que han tenido entre los usuarios, las marcas ya se han movilizado para ofrecer cuadros en materiales más ligeros como el carbono para horquilla y cuadro o incluso el titanio en el caso de las bicis Moots. De ahora en adelante, menos la rueda, seguramente experimentarán un proceso de aligeramiento.

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