El sábado tuvo lugar la Classic Sud Ardèche, una prueba de un día de categoría 1.1 que se disputa en un departamento del sudeste francés. “De inicio fueron 50 ó 60 kilómetros de ritmo muy fuerte hasta que se marchó la fuga, que en realidad no duró demasiado por delante. Después entramos en el circuito final, con dos subidas estrechas que venían seguidas de dos descensos complicados: la clave no era sólo la fuerza de las piernas, sino estar bien ubicado en todo momento. A dos vueltas de la conclusión sucedió una caída a partir de la cual se generó un corte de unos 15 corredores, que fuimos los que nos jugamos la victoria”.
“En un momento dado atacó Julien Loubet (Marseille 13 KTM) y el grupo le dejó marchar. Viendo que tomaba ventaja, Romain Sicard (Europcar) y yo atacamos a por él. En un repecho, Romain se cortó y yo seguí en solitario a por Loubet. Reconozco que dudé: me llevaba diez segundos y no levantaba el pie, mientras los demás venían pisándome los talones. Soy rápido en grupos pequeños, pero ante ciclistas tan buenos como Fabio Felline (Trek), Kévin Réza (FDJ) ó Daryl Impey (Orica GreenEdge) lo tendría muy difícil… Así que seguí en solitario, confiando en que ellos no se entenderían y yo terminaría atrapando al escapado. La cuestión es que Loubet se empleó a fondo tratando de distanciarme y, cuando llegué a su rueda, estaba ya un poco quemado. Noté que sufría en mis relevos”.
Efectivamente, cada vez que Eduardo Sepúlveda (1991, Rawson) tiraba, Loubet sufría para mantener su ritmo. Se creaban esos dos o tres metros de diferencia entre la rueda trasera de la Look del argentino y la delantera de la KTM del francés que delataban inferioridad y cansancio. Así, llegada la meta, el ciclista de Bretagne-Seché sólo tuvo que realizar una pequeña aceleración para que su rival mirara a su espalda y, comprobando que el resto de contrincantes venían lejos y por tanto su podio estaba asegurado, claudicara. Así consiguió ‘Sepu’ su primera victoria profesional en Europa.
El siguiente reto es París-Niza. “Aspiro a terminar entre los 10 primeros de la general”, comenta. “Con rivales como Van Garderen, Spilak, Porte o Thomas será difícil, pero lo intentaré. La clave estará en el final en alto. Ahí se definirá todo”. Ya el año pasado el argentino estuvo cerca de las posiciones de privilegio; sólo una inoportuna caída le relegó a un meritorio 20º lugar. Fue una de las actuaciones más destacadas de una temporada sólida (6º en San Luis, 4º en el Tour del Mediterráneo, 5º en el Critérium Internacional) que se marró en la víspera de su apogeo, el Tour de Francia, por un golpe en la Vuelta a Baviera que le generó un edema óseo en una rodilla. Retomó los entrenamientos y la competición en agosto para fracturarse la clavícula en los Mundiales de Ponferrada. 2015 será mejor. “Por lo pronto, empezó bien”, asegura feliz.