«¿Por qué subir montañas? Porque están ahí». No había otra explicación para George Mallory, el primer ser humano conocido que afrontó el reto de escalar el Everest. Y murió en el intento. ¿Por qué suben montañas los ciclistas? Porque están ahí (también). Y por la gloria. Y la gloria del Tour se juega en los imponentes Alpes, los de la verdad, los únicos dosmiles de la 107ª edición, que aguardan una digna batalla entre los favoritos, por fin, aunque sea por eliminación y no por sus ataques.
Los escaladores ya no atacan, no quieren morir en el intento. Aguantan con mala cara a rueda del Jumbo-Visma, el tren asesino que sube los puertos a ritmo de marcha militar. El líder Roglic señala con el dedo y Van Aert ejecuta: reventó al campeón Bernal (no salió en la 17ª etapa) y al candidato Quintana en el Grand Colombier. Los demás le temen y ese temor les atenaza ¿De qué será capaz en los altos Alpes, la Madeleine y la Loze?
«Es una de las subidas más duras que he hecho en mi vida. Te puedes suicidar si atacas demasiado pronto», hasta el rebelde Pogacar se contiene cuando habla de la Loze, el techo del Tour, que se corona a 2304 metros de altitud después de 21.5 kilómetros al 7.8% de pendiente media. Los últimos cuatro recorren una senda de esquí asfaltada. Y son como una pared: al 11.2%, al 11%, al 9.5%, al 9.7% y con rampas que alcanzan el 24%.
El desnivel y la altitud de la Loze, inédita subida desde la estación de esquí de Méribel, bloquearán cualquier intento lejano en la Madeleine, un clásico de los Alpes en el Tour: 17.1km al 8.4%. Sería el terreno ideal para un movimiento táctico, con compañeros para ayudar en el largo descenso (25km) y el tramo llano por el valle (15km) hasta las primeras rampas del ascenso final. No nos engañemos, el escenario más probable es el de una fuga ganadora por delante y el control de los Jumbo en el pelotón.
Ya conocemos el guión. En la última etapa se cumplió tal cual: velocidad y ataques hasta formar una escapada numerosa, conformismo y pasividad en el pelotón. Al menos ganó uno del BORA, el alemán Lennard Kämna, planta de contrarrelojista y condiciones para la escalada, que a sus 24 años va para figura. Ya hizo un buen número en el Dauphiné y repitió en los Alpes del Tour con una gran lectura de carrera: resistió al fiero Carapaz y le remató cuando no podía más.
1ª: Kristoff / 2ª: Alaphilippe / 3ª: Ewan / 4ª: Roglic / 5ª: Van Aert / 6ª: Lutsenko / 7ª: Van Aert / 8ª: Peters / 9ª: Pogacar / 10ª: Bennett / 11ª: Ewan / 12ª: Hirschi / 13ª: Martínez / 14ª: Kragh Andersen / 15ª: Pogacar / Clasificaciones