Francia no gana su Tour desde 1985 con Hinault. La foto de un enfant de la patria en lo más alto del podio de los Campos Elíseos es ya una emergencia nacional. El pueblo galo soñó con recuperar ese trono durante 14 días el pasado julio, los mismos que Julian Alaphilippe vistió de amarillo. Y lloró con el abandono de Thibaut Pinot, su otro niño mimado. El empeño sigue en el atípico 2020 con un recorrido al gusto de los franceses y de los escaladores: sobredosis de montaña y solo una contrarreloj… con final en alto.
Amaury Sport Organisation (ASO) confía en un modelo de carrera que rompe con la tradición. Desprecia la lucha individual, que se reduce a 36 kilómetros en la penúltima etapa y con un matiz importante, los últimos seis serán de ascenso camino de La Planche des Belles Filles. También se olvida del norte de Francia, del pavés y los grandes colosos que han marcado la historia de la carrera: por primera vez en el siglo XXI no se subirán Tourmalet, Alpe d’Huez, Galibier o Mont Ventoux. El Tour partirá de Niza el sábado 29 de agosto y terminará en París el 20 de septiembre.
Las etapas

La capital de la Costa Azul acoge salida y meta de una jornada inaugural que se debería resolver al esprint pese al doble paso por la cota de Remiez y el triple ascenso de Aspremont por su vertiente más tendida.

No salimos de Niza para un segundo y exigente parcial que visita los Alpes Marítimos e incluye tres puertos puntuables: Colmiane, Turini y Èze, además de la cota de los Cuatro Caminos (5.5km al 5.7%), que se corona a solo nueve de meta. No es un día para ganar la carrera, pero alguno de los favoritos podría empezar a perderla.

El pelotón abandona la Costa Azul en dirección noroeste hacia Sisteron con un trazado rompepiernas en la primera mitad y más favorable en el segundo final. Con las piernas frescas, los equipos de los velocistas no dejarán pasar la oportunidad.

La cuarta etapa guarda el primero de los seis finales en alto del recorrido, siete si tenemos en cuenta la cronoescalada. Se trata de Orcières-Merlette, conocido por el ataque de Luis Ocaña a Eddy Merckx en 1971. Corto y no muy duro, se antoja como un primer test para los hombres fuertes y una gran ocasión para los menos vigilados.

Terreno cómodo por las llanuras de la Provenza y final para hombres rápidos en Privas tras unos cuantos kilómetros en ligero ascenso, aunque no lo suficientemente duros para romper el orden de una llegada masiva.

En la sexta jornada se llega al inédito Monte Aigoual, pero las rampas más duras se encuentran unos kilómetros antes, en el también desconocido puerto de la Lussette. Interesante encadenado con 26 de los últimos 35 kilómetros cuesta arriba que puede pasar factura a más de un aspirante.

Día marcado para los velocistas justo antes del primer fin de semana en las montañas. Fuga pactada, persecución controlada y llegada masiva, guión esperado entre Millau, conocida por su impresionante viaducto, y Lavaur.

Balés y Peyresourde forman uno de los encadenados más conocidos de los Pirineos, aunque tiene más nombre que víctimas ilustres. Los ciclistas tendrán que superar antes el puerto de Menté, otra cima relacionado con Ocaña, en este caso por su terrible caída en el descenso cuando vestía el maillot amarillo.

Diseño descafeinado antes del primer día de descanso: la Hourcère, demasiado lejos de meta, y el Marie Blanque, cuya cima se corona a 18km de la llegada, son los puntos claves. Adiós a los Pirineos sin el paso por sus grandes colosos.

Peligrosa jornada por el litoral marcada por los equipos con grandes rodadores. Si sopla el viento, y no sería de extrañar en la zona, podría desencadenarse una batalla de la que siempre sale mal parado algún favorito.

De las orillas del océano Atlántico hacia el interior, trazado prácticamente llano y que guarda una de las últimas oportunidades claras para los velocistas.

La etapa más larga del Tour presenta un perfil para aventureros y puncheurs como Alaphilippe. Y también para romper el pelotón en pedazos aprovechando un tramo final de constante subibaja. Territorio comanche.

Incursión por el Macizco Central con siete puertos puntuables y 4400 metros de desnivel positivo. Para el final, las duras rampas del Neronne y el inédito Puy Mary, un extinto volcán que aguarda un gran duelo entre los candidatos al amarillo.

Diseño rompepiernas con un largo puerto de Béal para confeccionar una fuga de calidad y dos subidas cortas en un tramo decisivo con trampa por las calles de Lyon.

El Tour visita el Macizo del Jura, hermano pequeño de los Alpes, pero con un diseño que no tiene nada que envidiarle. El encadenado de la Selle de Fromentel y la Biche y el fin de fiesta en el Grand Colombier adivina una gran batalla entre los hombres fuertes de la general. ¡Fuera caretas!

La semana final comienza con una etapa de aproximación a los Alpes, con cinco subidas puntuables, incluida la llegada cuesta arriba en Villard-de-Lans. Día propicio para la escapada.

La temida Madeleine se convierte en un simple aperitivo para el impresionante puerto de la Loze, en Méribel, asfaltado solo para la práctica del ciclismo y que acoge la meta a 2304 metros de altitud, el techo del Tour.

El último día en los Alpes no terminará cuesta arriba, pero presenta un temible menú con más de 4000 metros de desnivel positivo. La ubicación de la Cormet de Roselend invita a romper la carrera desde muy lejos. Por si no hay valientes, la empinada subida de Glières, con casi dos kilómetros de sterrato después de la cima, marcará diferencias.

Jornada de transición para los hombres de la general entre los Alpes y la contrarreloj final. Solo hay una pregunta: ¿fuga o esprint en Champagnole?

La novedosa y única contrarreloj del Tour termina en La Planche des Belles FIlles, ese puerto que no se dio a conocer hasta 2012 y que va camino de convertirse en un clásico. No apta para especialistas, añadirá emoción a la lucha por el podio de París.

Un paseo para el campeón, la foto en los Campos Elíseos y el esprint más prestigioso, poco más aguarda en la última etapa.