Greg Van Avermaet y Peter Sagan. Los dos grandes nombres de las clásicas de adoquines el año pasado han empezado también esta primavera ciclista alzando los brazos. Porque sí, el ciclismo es un deporte con sus propias estaciones. Un verano largo desde mayo –con el Giro- hasta mediados de septiembre en Madrid. El otoño se acaba a finales de octubre, ahora a principios de noviembre. Y la primavera acaba de empezar con las clásicas de adoquines.
La Kuurne-Bruselas-Kuurne es una de las pocas clásicas de adoquín que se terminan resolviendo en una llegada más o menos masiva. Pero esta vez no ha sido así, aunque ha ido por poco. En un desarrollo bastante raro, todo venía encaminado a la fusión de los dos grupos que caminaban a la línea de meta, ya que el último muro de esta carrera está a unos 50 kilómetros de la llegada. Mucho terreno franco para que un pelotón se organice.
Pues cuando parecía que eso se iba a producir, sin más, no ha llegado. En una selección de 20 corredores, formada un rato antes y que ya sólo tenía medio minuto sobre otro paquete en el que venían sprinters puros como Kristoff, Bouhanni o Coquard, Jasper Stuyven ha querido hacer honor al dorsal 1 que lucía, por haber ganado el año pasado. Ha dejado el grupo en cinco corredores: Benoot, Sagan, Rowe, el propio Stuyven y Trentin. Ha sido el grupo definitivo que se ha plantado en la línea de llegada
El primer golpe
Allí, Sagan ha sido el más rápido de los tres con una facilidad pasmosa. Ni siquiera ha esperado al ‘rush’ final de los sprinters, esos últimos 150 metros. A más de 300 ha lanzado el hachazo y ha logrado incluso sacar de rueda a sus hasta entonces acompañantes. Victoria inapelable para reponerse del segundo puesto logrado ayer. Fue Van Avermaet quien estrenó la temporada de la mejor manera, además demostrando que le ha cogido la medida al propio Sagan en las clásicas. Si ya el año pasado los duelos directos entre ambos se saldaron mayoritariamente con victoria suya, esta vez volvió a presentar su candidatura a ganar tanto en Flandes como en Roubaix. Pero para eso aún falta más de un mes.
Hay una especie de norma no escrita, y reza que aquellos que ganan en la Omloop y en Kuurne, luego acaban fracasando en Flandes. Pero tampoco hablamos de dos corredores cualquiera. El año pasado, eso sí, Hayman se coló en la fiesta de Roubaix pero fue el propio Sagan el que se hizo con el Monumento flamenco. El miércoles viene Le Samyn, veremos qué sucede allí, pero todo apunta a un nuevo asalto.
Boonen, fuera por un virus
El que no ha empezado con buen pie ha sido Tom Boonen, en el que está siendo su último peregrinaje por las clásicas de Flandes. El quinto Adoquín de la París-Roubaix es la meta final de su carrera deportiva, pero lo cierto es que el comienzo no ha sido del todo positivo. Ayer tuvo una caída en la Omloop que le hizo bajarse de la bici. Se temía lo peor, pero lo cierto es que no es grave.
Hoy se han vuelto a desatar los temores sobre él –todo el mundo desea que el mito belga esté en perfectas condiciones en Flandes y Roubaix- al no tomar la salida, pero el propio corredor ha indicado que se trata de un problema gástrico, provocado por un virus que también están sufriendo sus hijos. No es la mejor forma de poner pie en los adoquines, pero ya se sabe. Quien gana Omloop y Kuurne no triunfa en Flandes. Boonen ya no tiene que temer a ese refrán que no tiene evidencias pero a nadie le gusta oír.